El 4 y 5 de noviembre tuve el privilegio de ser parte de la novena edición del Foro Gobernanza de Internet para las Juventudes de América Latina y el Caribe (Youth LACIGF), realizado en Santiago de Chile, con la Universidad de Chile como sede principal. Este espacio es especialmente significativo porque busca reunir a una diversidad de jóvenes de diferentes países, géneros y áreas de especialización, promoviendo el intercambio de ideas y la exploración de nuevas perspectivas sobre los desafíos y oportunidades en torno al acceso universal a derechos digitales. Lo hace desde una perspectiva de abajo hacia arriba, multisectorial, donde se construyen redes de diálogo, aprendizaje y colaboración con otros actores clave del ecosistema digital en la región.
El evento de este año estuvo compuesto por 13 sesiones que abordaron temas cruciales en torno a los ejes temáticos de la agenda 2024: IA y Gobernanza de Datos, Derechos Digitales y Libertades, Ciberseguridad y Confianza, y Sostenibilidad Medioambiental y Cambio Climático.
En un evento de esta magnitud, que abre espacio para que voces diversas no solo se escuchen, sino que se reivindiquen y posicionen como pilares de la transformación digital, resultó profundamente impactante, conmovedor y alentador encontrar paneles compuestos por personas de diferentes territorios, saberes, culturas, identidades y expresiones. Fue un respiro necesario y una reafirmación de que, aunque aún queda mucho camino por recorrer, los esfuerzos por incluir a disidencias sexo-genéricas, personas afrodescendientes, pueblos indígenas y otros colectivos históricamente excluidos empiezan a dar frutos en espacios que antes nos estaban vedados.
Ver a personas que han sido sistemáticamente marginadas no solo tomando la palabra, sino también moldeando los debates, fue un recordatorio poderoso de que la lucha por nuestros derechos digitales está intrínsecamente ligada a la lucha por la justicia social en su sentido más amplio. Estos espacios, aunque todavía incipientes y con avances tímidos, son fundamentales para traer con nosotres las voces, experiencias, saberes y resistencias de nuestras comunidades. Porque tanto en el mundo online como offline, seguimos enfrentando obstáculos abismales y dolorosos para el pleno ejercicio de nuestros derechos humanos.
Voces y visiones del YouthLacigf: Debates y preocupaciones actuales de la gobernanza en Internet
La mayoría de los paneles abordaron diversas problemáticas desde perspectivas transversales, con un enfoque predominante en el género, el feminismo, el decolonialismo y la interseccionalidad. Estos enfoques destacaron las implicancias para grupos históricamente vulnerabilizados como la población LGBTIQNb+, mujeres, niñeces y comunidades indígenas. Cada panel fue una oportunidad para explorar líneas de investigación y acción propuestas para este año, desde perspectivas críticas, situadas y regionales, lo que permitió una reflexión profunda, sensible y creativa hacia horizontes de lucha que, aunque largos y arduos, se sienten menos pesados cuando se recorren de manera acompañada y comunitaria.
Entre aquellos paneles que resonaron profundamente en mí, tanto en lo personal como en mis líneas de investigación, destaco:
- Inclusión digital para la juventud: conectividad significativa en las escuelas rurales de América Latina y el Caribe
- Los desafíos al hablar de inclusión digital en las comunidades indígenas
- Deepfakes, ciberacoso y datos biométricos: la necesidad de una tecnología sensible al género
- Sostenibilidad ambiental: estrategias e implementación desde la educación digital
- Activismos Queer Latinoamericanos: desarrollo de prácticas de resistencia y alfabetización digital para un activismo LGBTIQ+ regional.
Estos espacios no solo conmovieron mi corazón, sino que también alimentaron mi compromiso con la investigación y el activismo.
Les invito a conocer más sobre las organizaciones y los temas discutidos a través del enlace oficial del evento, algunas de las cuales taggeo a continuación: Ipandetec, Internet Society Chile, Internet Society Brasil, Technovation Girls Chile, Corporación Cambio Sostenible, Amaranta ONG, Luchadoras, Fundación Kisth, Status Queer, DataGenero y Derechos Digitales. Cada una de estas conversaciones representa un paso hacia un futuro más justo y equitativo, en el que todas nuestras voces y experiencias sean no solo escuchadas, sino también valoradas.
Nuestra ponencia: Perspectivas Latinoamericanas: Armas Autónomas, Inteligencia Artificial y Sociedades Posconflicto
En colaboración con investigadoras de Guatemala, Costa Rica y Panamá, tuve la oportunidad, inimaginable hasta aquel entonces quizás, de participar como ponente en este panel desafiante y revelador en el #YouthLacigf, sobre una problemática poco abordada en espacios como estos.
En esta sesión, discutimos cómo, en sociedades que intentan sanar tras conflictos armados, las tecnologías de vigilancia, justificadas bajo el pretexto de garantizar seguridad y orden, han sido históricamente instrumentalizadas para criminalizar, monitorear y reprimir a comunidades marginadas, incluidas las personas trans. Estas prácticas no solo erosionan nuestro derecho a la privacidad y a la libertad de expresión, sino que también ponen en peligro nuestro derecho fundamental a existir con seguridad y autonomía.
En contextos donde los procesos de reconciliación social son frágiles, la implementación de tecnologías de vigilancia y armas autónomas se presenta como una falsa promesa de estabilidad. Sin embargo, en lugar de proteger, estas herramientas a menudo funcionan como mecanismos de control que profundizan las violencias estructurales ya presentes. Para nosotres, como personas trans y miembros de comunidades vulnerabilizadas, esta vigilancia no es una abstracción; se traduce en un control asfixiante sobre nuestros cuerpos, movimientos y resistencias, amplificando las amenazas que enfrentamos tanto en el espacio físico como digital. Pueden volver a revivir este y el resto de paneles a través del siguiente enlace.
Tecnología, justicia y resistencia: Breve reflexión sobre la urgencia de la justicia epistémica en el ecosistema digital
Como investigadore transmasculino no binarie, siento una profunda urgencia de que más de la comunidad trans y no binaria sean partícipes de estos espacios donde no solo se discuten y validan conocimientos, sino donde también se visibilizan y reafirman nuestras existencias y saberes. Ser públicamente trans en la academia es un acto que conlleva consecuencias; una experiencia vivida muchas veces como una tensión constante entre nuestra identidad y otros aspectos esenciales de la vida profesional y personal. Sin embargo, algo que antes era inimaginable y que hoy comienza a hacerse realidad es la presencia visible de investigadores y activistas trans en diversos espacios académicos y de toma de decisión. Esto no es un hecho aislado ni fortuito, sino el resultado de la resistencia intelectual y política que nuestra comunidad ha sostenido con tenacidad en Perú, Latinoamérica y el Caribe.
Este avance, aunque incipiente, es significativo. Es un testimonio del largo camino que el activismo trans ha recorrido, muchas veces en soledad y en contra de un sistema que históricamente nos ha marginado. Pero no basta con estar presentes; es necesario que esta presencia sea transformadora, que nuestras voces no solo sean escuchadas, sino también tomadas en cuenta como motores de cambio. Tenemos que desmantelar la narrativa que nos ha visto como sujetos pasivos, abyectes o erróneamente (re)conocides, y reivindicarnos como sujetos plenos, productores de conocimiento, de arte, de experiencias críticas y valiosas.
Nuestra participación no debería limitarse únicamente a los llamados «temas trans» o cuestiones de género y diversidad sexual, aunque esa también es una lucha crucial. Podemos y debemos estar presentes en espacios como este, donde se discuten asuntos de creciente relevancia en nuestro tiempo. Abordar temas como derechos digitales, tecnología y ciudadanía digital no es solo una expansión de nuestros horizontes, sino una forma de seguir reivindicando nuestro derecho a existir, a soñar, y a contribuir activamente en la construcción de una sociedad más justa e inclusiva. Estar en estos debates es, en sí mismo, un acto de resistencia y un recordatorio de que nuestra voz es esencial en la definición de futuros colectivos donde todas las identidades tengan un lugar digno y seguro.