
El pasado 31 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Visibilidad Trans, una fecha propuesta en 2009 por la activista Rachel Crandall, que más que celebrar, nos interpela (Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, 2022). Nos recuerda que visibilizarse como persona trans sigue siendo, en muchos lugares del mundo, un acto profundamente político, arriesgado y, en muchos casos, vital. En contextos atravesados por la cisheteronorma y su aparato disciplinador —jurídico, mediático, médico y epistémico—, la visibilidad trans se construye en tensión con la precarización sistemática, el castigo moral y el borramiento institucional.