Riesgos y crisis globales: ¿cómo evitamos el punto de no retorno?

Nos encontramos en una década decisiva. A medida que las desigualdades, divisiones y tensiones geopolíticas se profundizan, el futuro se torna más incierto. Según el Reporte de Riesgos Globales 2025 –un documento que realiza anualmente el WEF desde 2005–, nos acercamos a un escenario de fragmentación que reúne retos de naturaleza ambiental, social, tecnológica y geopolítica.

A menos de dos meses de la publicación del Reporte, hitos como la desfinanciación de USAID a proyectos de conservación medioambiental (entre otros) o la modificación de normas de moderación de contenidos de Meta para retirar su modelo de fact-checking dan cuenta de que el problema se está agravando. Según el Informe, los dos riesgos cuyo impacto podría ser más grave en los próximos 2-10 años son, precisamente, la desinformación y los eventos climáticos extremos propiciados por la crisis medioambiental que atravesamos.

¿Qué rol está cumpliendo la tecnología en este escenario?

Si bien la tecnología es crucial para el ejercicio de derechos y abre oportunidades para la inclusión y la diversidad, también se le asocia a diversos riesgos. Esto es así porque la tecnología está inserta en nuestra sociedad y, en consecuencia, los problemas sociales se trasladan y amplifican también en el entorno digital. Esta es una idea transversal al Reporte: así, por ejemplo, para analizar los principales riesgos tecnológicos, el informe parte de la idea de que la polarización es una de las características principales del escenario global.

En ese contexto, los riesgos tecnológicos identificados, por orden de impacto probable (gravedad), son los siguientes:

    1. Desinformación
    2. Ciberespionaje y guerra
    3. Daños en línea
    4. Censura y vigilancia
    5. Resultados adversos de las tecnologías de IA
    6. Resultados adversos de las tecnologías emergentes

Cuando situamos estos riesgos en el contexto de polarización global, se profundizan las vulnerabilidades de las personas que interactúan en línea: desde la explotación de sus datos personales a gran escala hasta la vigilancia masiva de sus actividades empleando su huella digital. El sesgo algorítmico y la censura, en ese sentido, están estrechamente relacionados con la erosión de derechos y libertades. Mientras disciplinas como la inteligencia artificial generativa, la computación cuántica o la biotecnología siguen avanzando, es necesario adoptar medidas que permitan evitar esta erosión.

¿Qué tan “común” es “Nuestra agenda común”?

Las preocupaciones por el futuro no han sido ajenas a la comunidad internacional. En 2020, Naciones Unidas asumió 12 compromisos para el futuro es su Resolución A/RES/75/1. Al año siguiente, el Secretario General publicó la hoja de ruta “Nuestra Agenda Común”, la cual da inicio al proceso de elaboración de un Pacto del Futuro (que integra al Pacto Digital Global).

Este proceso se sostiene sobre dos ideas fundamentales que requieren atención: (i) por un lado, a nivel global, nos encontramos lejos del cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible; (ii) por otro lado, el sistema multilateral se halla en crisis debido a la preeminencia de enfoques unilaterales.

En ese sentido, en teoría, los compromisos adoptados en septiembre de 2024 deben conducirnos a superar ambos retos. No obstante, el panorama aún es incierto. En primer lugar, porque no tenemos suficientes razones para pensar que se trata de la vía más idónea: ¿qué la diferencia de otros esfuerzos declarativos u operativos, incluyendo la propia Agenda 2030?

No obstante, el cuestionamiento más importante es quiénes están involucrados en esta agenda. Aunque se nombra a sí misma como una Agenda Común, y sus principios son completamente relevantes para poder luchar contra el panorama global descrito, este no ha sido un proceso que agrupe a las múltiples partes interesadas. Al ser un mecanismo multilateral, está enfocado en la cooperación digital entre países. Sin embargo, es imposible sostener cambios hacia el futuro que no involucren a todas las personas.

Seguir resistiendo

Dos tercios de los expertos a nivel global anticipan que la próxima década estará marcada por un orden multipolar o fragmentado. En general, el panorama refleja un declive en el optimismo. En un mundo en que las grandes potencias se disputan el poder, es clave seguir resistiendo. Desde la Mayoría Global, seguiremos visibilizando estas problemáticas y elevando nuestras voces para insistir en la urgencia de ampliar los debates al respecto. Mientras las políticas corporativas y gubernamentales de los principales actores globales impactan directamente nuestras realidades, nuestros espacios de participación siguen siendo limitados. Por ello, continuaremos disputándolos.

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