Dicen que la moda de los zombies es cosa del pasado. Parece ser cierto, salvo cuando hablamos de tratados comerciales. En enero de este año anunciamos el fin del Acuerdo Transpacífico (TPP) luego del retiro de Estados Unidos por decisión del flamante presidente Donald Trump. Después de varios años de enfrentar una de las amenazas más grandes contra los derechos digitales, la mayoría de organizaciones en el Perú y en el mundo habíamos volteado a ocuparnos de otros problemas, con la tranquilidad que da la victoria. Pero lo cierto es que el TPP no estaba muerto.
La primera señal de que el cadáver todavía se movía fueron las declaraciones de intención de los países miembros luego del retiro de Estados Unidos. La perspectiva de haber pasado tanto tiempo negociando e incluso comprometiendo caudal político en vano no era una opción atractiva. Por otro lado, el lobby de las grandes industrias, que habían empujado de forma permanente el TPP, se mantenía activo y dispuesto a seguir con la presión. Finalmente, en varios casos, la firma del tratado formaba parte de algún plan o trama superior de los países participantes, cuyo abandono no podían permitirse de ninguna forma.
Solo para seguir con la metáfora, si hubiera que ubicar el lugar desde el cual el zombie TPP emergió por fin de la tierra para volver a instalarse en el mundo de los vivos, ese lugar sería sin duda alguna el InterContinental Danang Sun Peninsula Resort. Ubicado en la provincia de Da Nang (Vietnam), sede de las reuniones de APEC 2017, este hotel de lujo fue la palestra desde la cual se declaró de forma pública el interés por reexaminar la viabilidad de un TPP sin Estados Unidos. Meses después, el impulso definitivo llegó en la forma de un acta formal en la que los países miembros se comprometían a suscribir y ratificar el texto con cambios mínimos, a fin de preservar aquellos “puntos fundamentales” del tratado. Si bien se retiraron varios puntos controvertidos, en especial en materia de Propiedad Intelectual, en general no hubo mayores cambios.
De aquí en adelante, al TPP (que ya no es más un zombie) le sigue un largo camino que ya ha probado no estar exento de problemas. Por ejemplo, la ausencia de Estados Unidos parece haber acabado con la paciencia y sutileza de varias de los miembros. Japón y Taiwán, dos de los países que impulsan el el tratado para reactivar sus economías, han empujado de forma insistente la conversación al punto en que han merecido reacciones de rechazo de un lugar inesperado: Canadá. El primer ministro Trudeau no está muy convencido y quiere volver a revisar el TPP, traer de nuevo a los negociadores a la mesa y ajustar lo que haya que ajustar, lo que podría implicar más años de trabajo antes de ver un nuevo texto. Por otro lado, el lobby de la gran industria ha comenzado a disparar hacia todas partes, augurando nefastos destinos no solo a Canadá sino a otros países sino firman de una vez el TPP con el texto actual.
Si bien el texto final del TPP era lesivo para muchos sectores productivos en el Perú, en la situación actual nuestro país parece tener un amplio margen de acción. A diferencia de otros miembros, el Perú tiene firmados tratados de libre comercio con casi todos ellos, incluidas las economías más grandes (Japón y Canadá). Además, nuestro acceso a los mercados asiáticos se ha dado hace ya muchos años, en especial con la vigencia del tratado con China, la economía más grande de esta región y que irónicamente no forma parte del TPP. Teniendo en cuenta esto y ya sin el jugador grande que era Estados Unidos, en realidad no existe mucha ganancia para nosotros y se mantienen todas las pérdidas. Dicho eso, no parece tener mucho sentido que nuestro país apoye un TPP que si antes le beneficiaba poco, ahora no le beneficia en nada. El camino de la renegociación de Trudeau parece el adecuado y, en nuestro caso, inclusive el de retirarnos definitivamente.
Ex Director de Políticas Públicas (2013-2020)
Bachiller en Derecho por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.