Lecciones del caso Yanira Dávila sobre medios de comunicación y acoso en línea

El mes pasado, Hiperderecho trabajó junto a la conductora de televisión Yanira Dávila en su queja contra el Grupo La República ante el Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana. En dos artículos, aparecidos el 7 de agosto en diarios del Grupo, se reprodujo un mensaje de su cuenta de Twitter sobre un equipo de fútbol junto a sus fotografías y enlaces a sus redes sociales. En su queja, Yanira sostuvo que la actividad de otorgar un nuevo contexto a sus declaraciones y amplificarlas a través de un medio de comunicación nacional la expuso a violencia de género en línea. Específicamente, que la expuso a un acoso virtual masivo de los seguidores de ese equipo de fútbol.

En su Resolución final, el Tribunal de Ética ha reconocido que no sólo no existía pertinencia en la publicación de las notas, sino que además ello la colocó en una situación de vulnerabilidad al exponerla a una cantidad importante de comentarios agresivos y atentatorios a la dignidad humana y al respeto de los derechos de la mujer. Con ello, el Tribunal “pone de relieve la ausencia del deber de cuidado que debió considerar el mencionado medio al elaborar y publicar la nota en los términos que se realizaron”.

Esta es una muy buena noticia, pues representa un progreso tangible en la conversación sobre el contexto de la violencia de género en línea en Perú. Identificamos lecciones claves en el desarrollo del caso, la Resolución del Tribunal de Ética y su ejecución.

Los medios son parte del problema de la violencia de género

La queja fue interpuesta ante el Tribunal de Ética del Consejo de la Prensa Peruana precisamente porque reconocemos el rol de los medios de comunicación en cuanto a la promoción y erradicación de valores e ideales en nuestra sociedad peruana. En efecto, un tratamiento mediático discriminatorio o misógino impone y refuerza los prejuicios en torno a la identidad de género y la violencia de género

Lamentablemente, la reproducción de estereotipos de género, machismo y sexismo son una constante en los medios de comunicación que, en entornos altamente machistas, son reproducidos como hechos polémicos que logran convocar audiencia bajo la excusa de cumplir con brindar información objetiva. El Tribunal de Ética reconoce que, en el caso de Yanira, el problema se encuentra en la forma en que fue reproducido su mensaje, esto es, publicado en la sección “Deportes”, destacando en el contenido de la nota que este mensaje venía causando revuelo entre los internautas e indicando datos personales, como cuál era su centro de labores.

¿De qué manera deben ejercer su labor los medios de comunicación? Ya Calandria encontró en un estudio que los medios de comunicación peruanos en casi su totalidad se dedicaron a presentar la violencia contra la mujer como un hecho noticioso de tipo policial o judicial, y no como una problemática social; mucho menos promovieron acciones para su erradicación. En este sentido, tal como lo ha recomendado el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, los medios de comunicación deben ser aliados en la prevención de la violencia de género y constituirse así, con una postura crítica, como agentes de cambio.

El feminismo no es una moda pasajera

La República sostuvo en sus descargos que el feminismo es una moda pasajera. Este argumento empleado usualmente para banalizar a este movimiento social es insostenible. Los logros del movimiento feminista son innegables: han logrado el reconocimiento de las mujeres como sujetos de derecho sin discriminación. Al día de hoy, siguen en pie de lucha por una igualdad material que permita, tanto a mujeres como a personas de la comunidad LGTBIQ+, el reconocimiento efectivo de derechos específicos en pos de revertir las desigualdades estructurales que convergen con la raza, la clase, la capacidad, la sexualidad, entre otros.

Muestra de ello no sólo son la adopción de políticas y normativas específicas como la Política Nacional de Igualdad de Género, el Plan Nacional contra la Violencia de Género  2016-2021 y la Ley N° 30364 en cumplimiento de los tratados de Derecho Internacional de los Derechos Humanos, como la Convención de Belém do Pará. Además, el enfoque de género es transversal en el diseño e implementación de diversas políticas públicas educativas, de salud, entre otras. Como también lo enfatiza Yanira en su respuesta pública, el feminismo y el enfoque de género no son modas pasajeras. Son la materialización del derecho que tenemos mujeres y personas LGTBIQ+ de ser tratadas como seres humanos sin igualdad ni discriminación.

Exigir la aplicación del enfoque de género en el periodismo no es una limitación a la libertad de expresión

En sus descargos, el Grupo La República afirmó que la queja interpuesta buscaba limitar la libertad de expresión. Es importante recordar que los derechos fundamentales reconocidos en nuestra constitución no son absolutos, pues pueden ser limitados en pos del reconocimiento y efectividad de otros derechos fundamentales. En este sentido, es falso que, tal como afirman en dicho escrito, “la libertad está por encima de cualquier otro derecho y la libertad de expresión está por encima de todas las demás.”

Tal como ocurre con el derecho al honor y a la buena reputación, será importante reconocer que existen limitaciones producto de la protección jurídica reconocida a grupos en situación de vulnerabilidad y que proviene del principio de igualdad y no discriminación. Construir propuestas que desarrollen estas limitaciones a nivel ético y normativo a nivel administrativo y penal son un trecho por recorrer. Por lo pronto, consideramos que, con este caso, hemos iniciado la conversación.

La adopción de un enfoque de género es un compromiso integral y consecuente

La adopción de un enfoque de género debe ser un compromiso integral y consecuente. Integral, en tanto contempla una serie de medidas que implementen y evalúen el ejercicio del periodismo con enfoque de género (capacitaciones en enfoque de género, incorporación o aumento de notas sobre problemáticas de género, editor/a de género, sanciones en caso de incumplimiento y normativa relativa a la prevención y sanción del acoso y hostigamiento sexual). Consecuente, en tanto estos esfuerzos sean simultáneos y paralelos, demostrando un compromiso por una pronta y urgente adopción del enfoque.

En este último sentido, llamaron nuestra atención dos sucesos en el transcurso del caso. Primero, la enorme distancia que existía entre la nota emitida por la República que ofrecía disculpas públicas a Yanira Dávila y la contratación de una editora de género con  los descargos proporcionados por la defensa de la República ante el Tribunal de Ética. Segundo, el que la ejecución por parte del Grupo La República de la disposición del Tribunal de Ética de publicar la Resolución se haya cumplido a través de un tweet a las 00:20 horas del sábado 05 de septiembre. En este tweet, sin mayor reflexión o comentario que el de indicar el número de la resolución, se adjunta el link de la Resolución en la página web del Tribunal de Ética. Gracias a la amplia difusión en redes sociales a cargo de usuarios de twitter, organizaciones feministas y periodistas, el cumplimiento de la sanción no pasó desapercibida. ¿Esta actitud es propia de un compromiso con la adopción del enfoque de género o del cumplimiento de una mera formalidad? 

Contra la violencia de género en línea necesitamos comunidad e información

Yanira Dávila contó con un gran respaldo colectivo tras el acoso virtual durante el procedimiento de la queja y en la ejecución de la sanción interpuesta por el Tribunal de Ética. Organizaciones feministas y de derechos humanos, medios de comunicación digital, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y numerosos usuarios de Twitter propiciaron comunidad para la difusión del caso y formamos parte del debate público en el tema. Esta comunidad es necesaria para posicionar en la agenda pública la violencia de género en línea, tan trivializada e invisible al día de hoy.  Ante esta invisibilización, además, se hace urgente trascender la brecha informativa respecto a este tipo de violencia y a los mecanismos éticos, jurídicos y tecnológicos con los que contamos en Perú para prevenir y resistir la violencia de género en línea.

Queremos agradecer a Yanira por permitirnos colaborar con ella en este caso y por atreverse a llevar esta conversación a este espacio. Su valentía nos inspira y nos motiva a seguir trabajando en comunidad hacia una sociedad más justa y segura.

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