El año pasado realizamos una investigación sobre la violencia de género en línea en el Perú. En esta nueva serie de artículos en nuestro blog, estamos compartiendo nuestros principales hallazgos y aprendizajes. Cada semana estaremos publicando un post con un tema específico para contribuir a las discusiones sobre este tema.
Alerta de contenido sensible: Este artículo habla sobre los diferentes efectos que tiene la violencia de género sobre el bienestar de mujeres y personas LGBTIQ+. Nosotros no estamos calificados para explicar de manera precisa los distintos componentes de la salud mental, pero ofrecemos estos hallazgos, rescatados de los testimonios, como un indicador de cómo la violencia afecta cómo sentimos, pensamos e interactuamos en el mundo. Recomendamos tomar especial atención si has sido víctima de violencia de género, o si sufres de problemas de salud mental y prefieres no estar en contacto con este contenido.
Por medio de las entrevistas y encuestas que realizamos para realizar nuestro informe Conocer para Resistir, logramos conocer el profundo dolor y daño que causa la violencia de género en línea a mujeres, personas LGBTIQ+ y activistas. Con esto pudimos comprobar que lo que se vive en internet no es puramente virtual, sino son experiencias reales plasmadas en el cuerpo, mente y memoria de las personas afectadas.
Violencia de género y salud mental
Entendemos por salud mental la definición de la Organización Mundial de la Salud: “un estado de completo bienestar físico, mental y social – no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.” Para profundizar en cómo la violencia en línea afecta la salud mental de las personas hicimos la pregunta: ¿Qué tipo de daño te ocasiona la violencia en línea? y listamos una serie de emociones y sensaciones relacionadas al bienestar mental.
Entre los daños identificados por las víctimas encontramos una serie de sensaciones que no permiten a estos grupos disfrutar plenamente de sus derechos en internet. Recalcamos cuatro que nos llamaron la atención:
ESTADO PERMANENTE DE ALERTA
El 45% de las personas manifestaron sentir estrés o ansiedad, dos reacciones comunes de alarma ante una amenaza. En los testimonios surgió que las víctimas deben estar “pegadas al celular todo el tiempo” para responder el gran volumen de mensajes que reciben, pero que a pesar de esto, les resulta “casi imposible” deshacerse de las agresiones. Esto es particularmente común en la personas que sufren de ataques coordinados: “No nos da la vida para responder todo”.
AGOTAMIENTO
El 73% de las personas que completó la encuesta manifestó sentir frustración o impotencia ante el constante flujo de ataques. Las personas manifestaron estar “cansadas” y “agotadas” de lidiar con la violencia. Además, expresaron sentimientos paralizantes como la frustración, impotencia, indiferencia o resignación: “Ya me daba igual, ya no me importaba tanto”; “ya no me interesa opinar, detrás de una computadora siento que no vamos a llegar a mucho”.
SENSACIÓN DE INSEGURIDAD
El 61% manifestó sentir inseguridad y el 38% expresó sentir miedo en espacios virtuales – sensaciones similares a las que genera el acoso callejero en mujeres que transitan espacios públicos. En las entrevistas, nos indicaron que “sintieron miedo” frente a amenazas de violencia física o sexual. En ocasiones tuvieron que pedir a familiares o amigos que los acompañen para tomar transporte público. A pesar de que en la mayoría de casos las amenazas no se materializaron, entendemos que las amenazas virtuales buscaban ante todo amedrentar a quienes recibían los mensajes y que las víctimas se sientan vigiladas.
INESTABILIDAD EMOCIONAL
El 25% expresó que la violencia les genera inestabilidad emocional. Las personas entrevistadas y encuestadas también hablaron de sentimientos relacionados con la tristeza, depresión, ansiedad y en ocasiones, con pensamientos auto-destructivos. Consideramos que estos son los casos más graves, ya que muchas de las víctimas no tienen acceso a atención psicológica o emocional. Este es el caso de muchas víctimas de pornografía no consentida, que no tienen acceso a las herramientas para lidiar con la gran carga emocional y presión social que supone este tipo de violencia de género.
Todas estas sensaciones son evidencia de que la violencia de género en línea tiene un profundo impacto psicológico, emocional y hasta físico en las personas que lo sufren. Es importante reconocerlo, porque no sólo incide en el bienestar de estas personas, sino también implica una vulneración de sus derechos. En caso de que una víctima tenga que recurrir a terapia o a tratamientos para lidiar con el daño psicológico, constituye evidencia para demostrar que se está cometiendo un delito que atenta contra la vida, el cuerpo y la salud de la víctima. (Conoce qué leyes te protegen de la violencia en línea).
¿Qué podemos hacer?
Si conoces a una víctima de la violencia en línea, ante todo te recomendamos que la apoyes. Aunque puede resultar intimidante dar apoyo emocional si no estamos preparados para brindar la información y las herramientas adecuadas, hay algunas cosas que podemos hacer.
En primer lugar, no revictimizar a la persona que sufrió el ataque. Nunca es culpa de la persona que fue atacada. Cuestionar lo que hizo solo puede llevar a que la víctima sienta vergüenza y más sentimientos angustiantes. Segundo, ayúdala a recuperar o recoger evidencia si está dentro de tus posibilidades. Para una víctima de violencia en línea puede ser re-traumatizante revisitar las instancias de ataque. Y finalmente, te recomendamos acompañar a esta persona: recurrir a palabras de aliento y ayudarla a buscar ayuda profesional o a realizar todos los trámites de denuncia que sean necesarios. No olvides de cuidarte también en este proceso.
Puedes encontrar estas sugerencias, así como otros recursos para apoyar a víctimas de violencia en línea, y sobre todo de pornografía no consentida, en la web: Acoso.Online
Directora de Investigación
Bachiller en Desarrollo Internacional y Sociología por la Universidad de Toronto (Canadá).