Desde que empezó la cuarentena en Perú, la Línea 100 ha recibido 12 mil llamadas, duplicando el número de llamadas recibidas antes del inicio de la emergencia sanitaria. El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables ha reportado 90 casos de violaciones sexuales dentro del hogar y ha atendido 226 casos de violencia de género. Ante este panorama, ayer 27 de abril se emitieron las tan esperadas medidas para la inmediata y adecuada protección de las víctimas de violencia contra la mujer y los integrantes del grupo familiar. Mediante el nuevo Decreto Legislativo 1470, el Gobierno estableció una serie de medidas que refuerzan la actuación del Estado “con el fin de garantizar la atención de casos de violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar durante la emergencia sanitaria ocasionada por el COVID-19”. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha felicitado estas disposiciones y destacado la agilización en el otorgamiento de medidas cautelares y/o de protección que incluye el uso de recursos tecnológicos.
Violencia de Género no se ha detenido
Estas medidas han sido adoptadas como respuesta a la violencia de género que en Perú y en varios países de América Latina se ha mantenido en tiempos de confinamiento social y ha adquirido nuevos matices. Por un lado, muchas mujeres se encuentran confinadas con sus agresores y necesitan medidas de protección inmediatas. Por otro lado, se ha dado la incorporación masiva de las mujeres al teletrabajo y a la virtualización de diversas actividades, lo cual ha incrementado el uso de Internet, especialmente de aplicaciones de videollamadas, y de las redes sociales. Resulta alentador ver la manera en que las activistas feministas han desplegado acciones como movilizaciones virtuales (México) y generación de redes de soporte (Chile).
Sin embargo, tal como hemos demostrado en Hiperderecho, el ámbito virtual en nuestro país no se encuentra exento de violencia de género. Si bien la tecnología es una herramienta poderosa, para las mujeres y personas en situación de vulnerabilidad su uso implica enfrentar situaciones de violencia. Ello impacta tanto la salud física y psicológica de las víctimas como su posibilidad de acceder a Internet. A ello hay que sumarle el hecho de que el confinamiento social aumenta el nivel de vulnerabilidad de las mujeres. Según la Organización de Naciones Unidas, la violencia de género es otra pandemia que está silenciosamente abarcando buena parte del planeta sin que alcancemos a apreciar su real magnitud. Ante este escenario, el Gobierno no sólo debía mantener su capacidad de respuesta ante la violencia de género sino también adaptarse al uso de tecnologías que permitan una tramitación célere y oportuna. Si bien dentro del Poder Judicial se reportaron prácticas que se adaptaron eficientemente al contexto, como lo fue el de la Corte Superior de San Juan de Lurigancho, era innegable la urgencia de la adopción de medidas de carácter nacional al respecto con enfoque de género y perspectiva interseccional.
Bachillera en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú