¿Sabes si las empresas almancenan tu información y qué hacen con ella? ¿Dónde van a parar los registros de nuestras compras en supermercados asociados a nuestro nombre?
En Hiperderecho, este año estamos conduciendo una investigación y una serie de experimentos para entender mejor cómo las empresas privadas explotan nuestros datos personales y qué tan accesibles son los mecanismos de fiscalización que tenemos los ciudadanos.
Para esto, estamos buscando un grupo pequeño de voluntarios y voluntarias que nos ayuden a probar una herramienta que estamos diseñando y envíen algunas solicitudes de información bajo nuestra asesoría.
Requisitos para participar
Ser mayor de edad y residir en Lima (las reuniones se llevarán a cabo en Lima)
Ser usuario o consumidor registrado de más de una empresa local de cualquier rubo (bancos, supermercados, farmacias, telecomunicaciones, programas de lealtad)
Estar disponible para asistir a las reuniones en Miraflores el sábado 6 de abril (10am a 12 pm) y el martes 9 de abril (7pm a 9pm). La tercera reunión será en junio en un horario a definir con los participantes.
Llenar este formulario hasta el martes 2 de abril al mediodía.
Este proyecto lo hacemos en colaboración con la Universidad Simon Fraser de Vancouver, Canadá, y gracias al apoyo del Social Sciences and Humanities Research Council del gobierno de Canadá. Si no pueden participar o no viven en Lima, manténganse atentos a nuestro blog y redes sociales porque esperamos pronto poder compartir la herramienta que estamos creando con todos ustedes.
Somos una organización sin fines de lucro que cree que la tecnología es una herramienta de liberación social y trabaja para defenderla de cualquiera que la ponga en riesgo.
Por segunda vez consecutiva, con el apoyo de la Electronic Frontier Foundation de Estados Unidos, hemos desarrollado un estudio comparativo sobre las mejores prácticas que tienen las compañías que ofrecen servicios de Internet en el Perú cuando se trata de proteger la privacidad de sus usuarios. Quién defiende tus datos (QDTD) compara a las cinco principales empresas operadores del país y ofrece esta información con el fin de que los usuarios puedan tomar decisiones mejor informadas a la hora de contratar estos servicios.
¿Por qué es importante Quién Defiende Tus Datos?
El primer reporte de Quién Defiende Tus Datos se publicó a finales de 2015, un momento particularmente sensible para la privacidad en el mundo. Un par de años atrás se habían producido las revelaciones del espionaje masivo por Edward Snowden y la situación sobre los derechos humanos en línea era especialmente crítica. En ese momento, un reporte como QDTD no solo era una apuesta por lograr mayor transparencia sino un verdadero llamado de atención a los actores involucrados en la gestión de nuestras comunicaciones y datos personales.
Desde su primera edición, el reporte QDTD ha evaluado a los seis principales operadores del servicio de acceso a Internet en el país: Bitel, Claro, Entel, Inkacel, Movistar y OLO. Para ello se han contemplado cinco categorías: Políticas de privacidad, medidas de autorización judicial, notificación al usuario, transparencia y compromiso con la privacidad. Cada categoría está conformada por varios indicadores, bajo las cuales estas empresas son evaluadas y revelan el estado en el que se encuentran sus prácticas en estas áreas.
Como parte de nuestra investigación quisimos evaluar hasta qué punto las personas conocían las leyes relacionadas a la violencia de género en línea. Encontramos que 84% respondió que no las conocían. Lo cual puede estar relacionado a: la poca familiaridad que existe sobre las leyes que protejan a los ciudadanos ante la ciberdelincuencia, y el vacío legal que no consideraba hasta septiembre del 2018 las consecuencias de esta violencia en la víctima.
Esto no quiere decir que la mera existencia de una norma garantice su correcta aplicación. Así, por ejemplo, incluso cuando una víctima toma la decisión de denunciar y obtiene atención por parte del sistema, esto no significa necesariamente que la respuesta que reciba ayude a prevenir y castigar estas conductas o logre resarcir el daño sufrido.
Para quien no esté enterado, el caso del congresista Lescano puede resumirse de la siguiente manera: A inicios del mes de marzo, un periodista denunció la existencia de varios mensajes de WhatsApp en donde un congresista presuntamente acosa sexualmente a una periodista. Días después, se hizo público que los mensajes habrían sido enviados por el congresista Yonhy Lescano, quien rápidamente salió a defenderse en los medios de comunicación.
Hasta la fecha, Lescano ha ofrecido varias versiones sobre los hechos. La primera fue que él no conocía a la víctima y que desde su teléfono no se envió ningún mensaje. Horas más tarde, declaró que los mensajes sí salieron de su teléfono pero fueron escritos por otra persona. Después, insistiendo en que él no es el autor, afirmó que no ve en los mensajes ningún tipo de acoso sino solo una conversación subida de tono entre adultos. Finalmente, ha cuestionado a la presunta víctima, afirmando que ella inició el contacto y que los mensajes que presenta han sido editados.
Muchas personas nos han preguntado lo mismo. Diariamente, a veces varias veces por día, reciben mensajes de texto promocionales de alguna aplicación de delivery de comida a la que se han inscrito. Estos mensajes pueden contener códigos promocionales o simplemente anuncios de nuevos locales y servicios. El problema es que muchas personas ya no desean seguir recibiéndolas y no parece haber una solución fácil. Lo cierto es que la solución existe y aquí te la presentamos. Aunque nuestras recomendaciones abarcan los tres servicios más populares de Perú, la estrategia puede replicarse con otras empresas también
¿Cómo tienen mi número?
Muchos servicios usan el número de teléfono del usuario como identificador único para cada cuenta. Al igual que se usaría un apodo o una dirección de correo, el número telefónico sirve para individualizar al usuario al momento de crearse una cuenta con algo que todos saben de memoria. Casi siempre, te envían un código por SMS que tienes que ingresar de vuelta en el servicio para acreditar que efectivamente estás en posesión del número. Es, probablemente tienen tu número telefónico porque se los entregaste al momento de crearte la cuenta.
¿Cómo evitar que me sigan llegando mensajes?
Al momento de crearnos la cuenta, es posible que hayamos aceptado sin leer la Política de Datos Personales del servicio y que ésta incluya una autorización para que te envíen avisos promocionales por correo electrónico o SMS. No hay problema. Aunque hayas dado previamente esta autorización, siempre puedes revocarla.
La estrategia general para hacerlo tiene dos caminos: (i) hacerlo a través de los mecanismos que el propio servicio te brinda, o, (ii) hacerlo a través de una solicitud legalmente vinculante que las empresas están obligadas a atender. A continuación te explicamos cómo. Eso sí, recuerda que lo que queremos es que dejen de enviarte mensajes promocionales; no que borren tu número para siempre. Si borran tu número de su base de datos, y todavía quieres seguir usando el servicio, en el futuro no podrías usar tu cuenta para pedir comida.
También recuerda que este tutorial sirve para desactivar los SMS. Existe la posibilidad de que lo que te moleste sean notificaciones propias del servicio. Ahí no están usando ningún dato personal tuyo sino simplemente activando un mensaje dentro de la aplicación movil que ya tienes instalada. En ese caso, basta con desactivar las notificaciones para esa aplicación. Te dejamos las instrucciones para Android y iOS.
Glovo
No encontramos dentro de la aplicación de Glovo ninguna opción para desactivar el envío de SMS promocionales. En ese caso, solo nos queda enviar una Solicitud de Oposición al tratamiento de datos personales detallando que no deseamos que sigan usando nuestro número telefónico para enviarnos publicidad. Puedes bajar la solicitud modelo desde aquí y deberás de enviarla adjuntando una copia de tu Documento de Identidad a través de su formulario de contacto o en sus oficinas (aunque la dirección publicada es en Barcelona). Puedes leer completa la Política de Privacidad de Glovo desde aquí.
Rappi
Rappi cuenta con una opción dentro de la misma aplicación para desactivar los mensajes de texto promocionales. Para ello, desde la pantalla principal hay que: 1. Hacer clic en el ícono de perfil, 2. Clic en la opción Centro de notificaciones, 3. Usar los controles para elegir bajo qué canales autorizamos que nos envíen promociones
Alternativamente, también puedes enviar una Solicitud de Oposición al tratamiento de datos personales señalando que no deseas que te sigan enviando SMS promocional. Para hacerlo, puedes descargar una solicitud modelo desde aquí y deberás de enviarla adjuntando una copia de tu Documento de Identidad a RAPPI S.A.C., Avenida Enrique Grau, 629, Lima. Puedes leer completa la Política de Privacidad de Rappi desde aquí.
Uber Eats
No encontramos en la aplicación de Uber Eats una opción para desactivar en el envío de SMS. Sin embargo, sí existe una página web especial para ello desde su portal que nos permite desactivar las notificaciones por correo electrónico y SMS.
Alternativamente, se puede enviar una Solicitud de Oposición del tratamiento de datos personales directamente al Oficial de Protección de Datos de la empresa desde este enlace. Puedes leer completa la Política de Privacidad de Uber Eats desde aquí.
¿Qué pasa si nunca les entregué mis datos?
Si nunca le entregaste tu número telefónico al servicio, es posible que hayan obtenido la base de datos de otra empresa a la que sí le diste tus datos (ej. una empresa que compraron) o incluso en el mercado negro. En cualquier caso, lo que necesitas enviar es una Solicitud de Cancelación de datos personales para que borren de su registro tus datos.
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Alerta de contenido sensible: Este artículo habla sobre los diferentes efectos que tiene la violencia de género sobre el bienestar de mujeres y personas LGBTIQ+. Nosotros no estamos calificados para explicar de manera precisa los distintos componentes de la salud mental, pero ofrecemos estos hallazgos, rescatados de los testimonios, como un indicador de cómo la violencia afecta cómo sentimos, pensamos e interactuamos en el mundo. Recomendamos tomar especial atención si has sido víctima de violencia de género, o si sufres de problemas de salud mental y prefieres no estar en contacto con este contenido.
Por medio de las entrevistas y encuestas que realizamos para realizar nuestro informe Conocer para Resistir, logramos conocer el profundo dolor y daño que causa la violencia de género en línea a mujeres, personas LGBTIQ+ y activistas. Con esto pudimos comprobar que lo que se vive en internet no es puramente virtual, sino son experiencias reales plasmadas en el cuerpo, mente y memoria de las personas afectadas.
Violencia de género y salud mental
Entendemos por salud mental la definición de la Organización Mundial de la Salud: “un estado de completo bienestar físico, mental y social – no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.” Para profundizar en cómo la violencia en línea afecta la salud mental de las personas hicimos la pregunta: ¿Qué tipo de daño te ocasiona la violencia en línea? y listamos una serie de emociones y sensaciones relacionadas al bienestar mental.
Entre los daños identificados por las víctimas encontramos una serie de sensaciones que no permiten a estos grupos disfrutar plenamente de sus derechos en internet. Recalcamos cuatro que nos llamaron la atención:
ESTADO PERMANENTE DE ALERTA
El 45% de las personas manifestaron sentir estrés o ansiedad, dos reacciones comunes de alarma ante una amenaza. En los testimonios surgió que las víctimas deben estar “pegadas al celular todo el tiempo” para responder el gran volumen de mensajes que reciben, pero que a pesar de esto, les resulta “casi imposible” deshacerse de las agresiones. Esto es particularmente común en la personas que sufren de ataques coordinados: “No nos da la vida para responder todo”.
AGOTAMIENTO
El 73% de las personas que completó la encuesta manifestó sentir frustración o impotencia ante el constante flujo de ataques. Las personas manifestaron estar “cansadas” y “agotadas” de lidiar con la violencia. Además, expresaron sentimientos paralizantes como la frustración, impotencia, indiferencia o resignación: “Ya me daba igual, ya no me importaba tanto”; “ya no me interesa opinar, detrás de una computadora siento que no vamos a llegar a mucho”.
SENSACIÓN DE INSEGURIDAD
El 61% manifestó sentir inseguridad y el 38% expresó sentir miedo en espacios virtuales – sensaciones similares a las que genera el acoso callejero en mujeres que transitan espacios públicos. En las entrevistas, nos indicaron que “sintieron miedo” frente a amenazas de violencia física o sexual. En ocasiones tuvieron que pedir a familiares o amigos que los acompañen para tomar transporte público. A pesar de que en la mayoría de casos las amenazas no se materializaron, entendemos que las amenazas virtuales buscaban ante todo amedrentar a quienes recibían los mensajes y que las víctimas se sientan vigiladas.
INESTABILIDAD EMOCIONAL
El 25% expresó que la violencia les genera inestabilidad emocional. Las personas entrevistadas y encuestadas también hablaron de sentimientos relacionados con la tristeza, depresión, ansiedad y en ocasiones, con pensamientos auto-destructivos. Consideramos que estos son los casos más graves, ya que muchas de las víctimas no tienen acceso a atención psicológica o emocional. Este es el caso de muchas víctimas de pornografía no consentida, que no tienen acceso a las herramientas para lidiar con la gran carga emocional y presión social que supone este tipo de violencia de género.
Todas estas sensaciones son evidencia de que la violencia de género en línea tiene un profundo impacto psicológico, emocional y hasta físico en las personas que lo sufren. Es importante reconocerlo, porque no sólo incide en el bienestar de estas personas, sino también implica una vulneración de sus derechos. En caso de que una víctima tenga que recurrir a terapia o a tratamientos para lidiar con el daño psicológico, constituye evidencia para demostrar que se está cometiendo un delito que atenta contra la vida, el cuerpo y la salud de la víctima. (Conoce qué leyes te protegen de la violencia en línea).
¿Qué podemos hacer?
Si conoces a una víctima de la violencia en línea, ante todo te recomendamos que la apoyes. Aunque puede resultar intimidante dar apoyo emocional si no estamos preparados para brindar la información y las herramientas adecuadas, hay algunas cosas que podemos hacer.
En primer lugar, no revictimizar a la persona que sufrió el ataque. Nunca es culpa de la persona que fue atacada. Cuestionar lo que hizo solo puede llevar a que la víctima sienta vergüenza y más sentimientos angustiantes. Segundo, ayúdala a recuperar o recoger evidencia si está dentro de tus posibilidades. Para una víctima de violencia en línea puede ser re-traumatizante revisitar las instancias de ataque. Y finalmente, te recomendamos acompañar a esta persona: recurrir a palabras de aliento y ayudarla a buscar ayuda profesional o a realizar todos los trámites de denuncia que sean necesarios. No olvides de cuidarte también en este proceso.
Puedes encontrar estas sugerencias, así como otros recursos para apoyar a víctimas de violencia en línea, y sobre todo de pornografía no consentida, en la web: Acoso.Online
Nuestro ciclo mensual Conexiones regresa la próxima semana. Este próximo martes 5 de marzo tendremos la edición número 14 con Augusto Townsend, abogado, periodista y curador de Comité de Lectura.
Augusto Townsend es abogado pero ha desarrollado buena parte de su carrera en el periodismo económico, primero en Semana Económica y luego en el Grupo El Comercio. Además, es curador de contenidos en el Comité de Lectura, donde selecciona las mejores lecturas sobre actualidad y cultura para compartirlos en Internet. Él conversará con Miguel Morachimo de Hiperderecho sobre su carrera entre el Derecho y el periodismo, sobre el fenómeno de la lectura digital y cómo crear espacios de expresión en línea.
Conexiones es un ciclo de conversaciones mensuales con las ideas, personas y proyectos más interesantes del ecosistema tecnológico local. En cada edición conversamos con un invitado o invitada sobre su relación con la tecnología, cómo la incorpora en su trabajo y hacia dónde cree que va. Cada edición es grabada y publicada como podcast y también como audio en Youtube. Puedes escuchar nuestro capítulo anterior, donde tuvimos como invitado a Margarita Maira y conversamos sobre activismo digital y el trabajo de la Fundación Ciudadanía Inteligente.
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Una de los temas que nos interesaba conocer en nuestra investigación es cómo las personas que se enfrentan a la violencia de género en línea (VGL) reportan estos casos en las plataformas que utilizan. Para ello quisimos identificar la frecuencia de los ataques y los espacios digitales donde las personas se sienten más vulnerables.
Por eso, una de las preguntas que realizamos en nuestra encuesta entre víctimas fue: ¿cuán frecuentes son los ataques en línea que recibes y en qué plataformas te sientes más vulnerable a la violencia en línea? Más del 50% respondió que es blanco de ataques en línea de manera frecuente e identifican que se sienten más vulnerables en Facebook (90%), Whatsapp (36%), y en aplicaciones para solicitar taxis (23%).
Hace pocos días, el Pleno del Congreso aprobó la Resolución Legislativa que aprueba la adhesión de Perú a la Convención sobre Cibercriminalidad del Consejo de Europa o Convención de Budapest. En diferentes volúmenes, esta noticia ha sido presentada por diversas partes interesadas como la postergada atención de una apremiante necesidad nacional o la pieza que faltaba en la madurez de nuestro entorno digital. Personalmente, creo que esta decisión no es ni lo uno ni lo otro. No obstante, vale la oportunidad para reflexionar sobre lo que significa esta noticia y lo que estas reacciones nos dicen sobre la madurez del debate nacional acerca de la lucha contra los delitos informáticos en Perú.
Podría pensarse que Perú llega tarde con su adhesión a una Convención aprobada en el año 2001. En realidad, al tratarse de un acuerdo del Consejo de Europa, fue inicialmente negociado y firmado exclusivamente por estados europeos y algunos invitados como Estados Unidos y Canadá. Casi dos décadas después, menos del 15% de naciones que no pertenecen al Consejo de Europa han decidido adherirse a él. De hecho, en nuestra región, solo algunas lo han hecho y muy recientemente: Argentina (2018), Chile (2017), y Paraguay (2018). México y Colombia, aunque invitados ya, están todavía tramitando su adhesión. Por tanto, realmente Perú no llega tarde a la firma de este acuerdo cuya suscripción fuera de Europa parece más bien la excepción y no la regla.
La pregunta sobre si valía la pena adherirse al Convenio es compleja y ya varios la han intentado responder (incluyendo mis colegas Carlos Guerrero y Martín Borgioli en un informe que publicamos el año pasado). Es innegable que todo estado moderno necesita de reglas penales para perseguir y castigar ciertos ilícitos cuando se cometen a través de medios tecnológicos. Sin embargo, el esfuerzo de sumarse al estándar del Consejo de Europa parece importar más por lo formal que por lo sustantivo. Es decir, más que alentarnos a crear nuevos delitos (que ya teníamos) el Convenio ratifica que el marco legal de nuestro país se ajusta al estándar común entre los miembros. Esto habilita que peruanos que cometen delitos informáticos puedan ser juzgados en el extranjero o que extranjeros puedan serlo en Perú, siempre que sus países también hayan suscrito el Convenio. Eso es, en síntesis, lo que nuestro país ha obtenido tras la adhesión.
Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Máster en Derecho, Ciencia, y Tecnología por la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos).
Alerta de contenido sensible: Este post contiene ejemplos de insultos o expresiones usadas para agredir a mujeres y personas LGBTIQ+ que podrían afectar sensibilidades o incomodar al lector. Decidimos usar ejemplos para dar pautas sobre cómo reconocer al discurso de odio basado en género, pero recomendamos tomar especial atención si has sido víctima de violencia de género y prefieres no estar en contacto con ese lenguaje.
Se considera discurso de odio a las expresiones, actitudes o comportamientos usadas para discriminar, acosar, amenazar e incitar violencia en contra de una persona o grupo por motivo de género, orientación sexual o etnia, entre otros indicadores de identidad. El discurso de odio es una de las principales herramientas usadas para ejercer violencia de género en contra de mujeres y personas LGBTIQ+, tanto en espacios online como offline. Sin embargo, y debido a las características únicas de tecnología, el discurso de odio puede ser fulminante cuando es transmitido por internet pues se difunde rápidamente y genera contenido que acecha de manera constante a las víctimas.
Identificamos un discurso machista generalizado en las interacciones entre agresores y víctimas que comunicaban creencias, actitudes o comportamientos que buscan someter, menospreciar o discriminar a la mujer. Entre las expresiones usadas en este discurso encontramos ataques a la imagen o apariencia física de las mujeres: (“fea”, “gorda”, “machona”); alusiones a su estado mental (“loca”), insultos que humillan su sexualidad (“putas”), e insultos que menosprecian su agencia o autonomía: (“necesito hablar con el hombre a cargo”). Las entrevistadas compararon la constante presencia de discursos machistas en internet con el acoso al que están usualmente expuestas en la calle.
2. Discurso homofóbico y LGBTIQ-fóbico
“Me atacaron por mi apoyo a la comunidad LGTBIQ+ y por las fotos que colgué con mi pareja mujer. Por ser una mujer bisexual, fui juzgada y violentada.”
Este discurso busca atacar a la comunidad LGBTIQ+ y al contenido que desafía la heteronormatividad. Según las personas entrevistadas, el discurso homofóbico y transfóbico es “humillante”, “segregador”, y busca “ridiculizar” a las personas que publican contenido en defensa de la cultura, derechos e identidades LGBTIQ+. Los insultos se caracterizan por que buscan denigrar los cuerpos e identidades de este grupo (usando calificativos como “cabro” o “maricón” para hombres homosexuales y “machona” para lesbianas) y deslegitimar orientaciones sexuales no-heteronormativas sobre todo en el caso de mujeres lesbianas o de mujeres trans (“las lesbianas solo quieren ser lesbianas porque en su interior quieren ser hombres”)
3. Discurso anti-feminista
“No puedes describirte como feminista o hablar abiertamente del empoderamiento de la mujer sin recibir algún tipo de resistencia o ataque.”
Encontramos evidencia de un discurso antifeminista que rechaza el uso de la palabra “feminismo” y las distintas agendas de movimiento. Los insultos, burlas y agresiones incluyen comparaciones con grupos terroristas: (“terrucas”, “rojos”, “terroristas”), expresiones clasistas (“resentidas sociales”), uso de comentarios para deslegitimar la agenda feminista (llamándola “ideología” o “amarillistas”), o rechazo a agendas progresivas (“No se que es peor las feministas o las anti-racistas”). Personas que se identifican con el movimiento feminista, o que se auto-denominan públicamente feministas, se enfrentan a un nivel de exposición a la violencia constante.
4. Discuros anti-género
Son aquellas expresiones, actitudes o prácticas en línea que expresan rechazo hacia la agenda pro-igualdad de género. Como les contamos en el post anterior, las defensoras de la igualdad de género están entre los principales públicos atacados con este tipo de violencia. Uno de los ejemplos más predominantes es el uso de la denominación despectiva “ideología de género” en publicaciones en defensa al enfoque de género en políticas públicas y o en contenido que defiende los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y de manera específica, el aborto legal y seguro. El discurso se vuelve más frecuente alrededor de eventos específicos como la Marcha por la Vida.
5. Discurso racista
“Lideresas sufren de ataques por el hecho de que muestran su identidad cultural con orgullo”
Este discurso ataca la identidad cultural o étnica de mujeres indígenas andinas o amazónicas y mujeres afro-descendientes. Los ataques hacen sobre todo referencia a su apariencia y/o rasgos físicos, junto a calificativos despectivos sobre su capacidad intelectual (“mujeres indígenas son ignorantes”). También encontramos rechazo a contenido que busca la reivindicación racial y étnica.
¿Cómo afecta nuestros derechos?
Estos discursos además, de afectar el bienestar de las víctimas, vulnera nuestros derechos de diversas maneras:
Buscan socavar la libertad de expresión de poblaciones vulnerables: Los cinco discursos de odio abruman los espacios digitales con información, ideas, estereotipos y narrativas que buscan deslegitimar o subordinar las ideas de grupos en situación de vulnerabilidad. Este contenido, acompañado de estrategias efectivas de difusión por internet, minimiza la presencia de las voces de minorías y en otros casos, lleva a la autocensura.
Incitan a la violencia física y/o sexual sobre la víctima: Los insultos y amenazas prometen agresiones físicas y en algunos casos son acompañados de otra agresión digital: la difusión de sus datos personales sin consentimiento, que hacen sentir a la víctima constantemente vigilada. De esta manera, estos discursos contribuyen a la sensación de inseguridad y angustia que ya viven todas las mujeres y personas LGBTIQ+ en los espacios públicos que habitan.
Amenazan la participación equitativa de estos grupos en democracia: Los discursos de odio se usan para limitar la capacidad de estas personas para participar en debates de interés público, influenciar procesos de toma de decisiones, o denunciar libremente la vulneración de sus derechos en espacios virtuales. Al limitar el acceso a estos espacios de debate público y participación política se continúa construyendo la ciudadanía de la mujer y personas LGBTIQ+ sobre la base de la exclusión.