En febrero regresó Conexiones, nuestro podcast mensual sobre tecnología y sociedad. Empezamos el año con nuestra primera invitada internacional: Margarita Maira, Coordinadora de Proyectos en Fundación Ciudadanía Inteligente de Chile.
Esta vez hablamos sobre la experiencia de Ciudadanía Inteligente integrando activismo, incidencia y tecnología para facilitar la participación ciudadana en políticas públicas.
El episodio #13 de Conexiones fue grabado en Crack The Code, un espacio de enseñanza de tecnología lúdica para niños y adolescentes. Pueden revisar el sitio web de Crack The Code para saber más de la iniciativa.
Sobre Conexiones
Conexiones es un ciclo mensual de conversaciones públicas sobre las ideas, personas y proyectos más interesantes del ecosistema tecnológico local. En cada edición entrevistamos a una persona diferente y luego publicamos la conversación en forma de podcast vía Spotify, YouTube, además de RSS y otros agregadores.
Nuestro ciclo mensual Conexiones regresa la próxima semana. Este próximo martes 5 de marzo tendremos la edición número 14 con Augusto Townsend, abogado, periodista y curador de Comité de Lectura.
Augusto Townsend es abogado pero ha desarrollado buena parte de su carrera en el periodismo económico, primero en Semana Económica y luego en el Grupo El Comercio. Además, es curador de contenidos en el Comité de Lectura, donde selecciona las mejores lecturas sobre actualidad y cultura para compartirlos en Internet. Él conversará con Miguel Morachimo de Hiperderecho sobre su carrera entre el Derecho y el periodismo, sobre el fenómeno de la lectura digital y cómo crear espacios de expresión en línea.
Conexiones es un ciclo de conversaciones mensuales con las ideas, personas y proyectos más interesantes del ecosistema tecnológico local. En cada edición conversamos con un invitado o invitada sobre su relación con la tecnología, cómo la incorpora en su trabajo y hacia dónde cree que va. Cada edición es grabada y publicada como podcast y también como audio en Youtube. Puedes escuchar nuestro capítulo anterior, donde tuvimos como invitado a Margarita Maira y conversamos sobre activismo digital y el trabajo de la Fundación Ciudadanía Inteligente.
Una de los temas que nos interesaba conocer en nuestra investigación es cómo las personas que se enfrentan a la violencia de género en línea (VGL) reportan estos casos en las plataformas que utilizan. Para ello quisimos identificar la frecuencia de los ataques y los espacios digitales donde las personas se sienten más vulnerables.
Por eso, una de las preguntas que realizamos en nuestra encuesta entre víctimas fue: ¿cuán frecuentes son los ataques en línea que recibes y en qué plataformas te sientes más vulnerable a la violencia en línea? Más del 50% respondió que es blanco de ataques en línea de manera frecuente e identifican que se sienten más vulnerables en Facebook (90%), Whatsapp (36%), y en aplicaciones para solicitar taxis (23%).
Hace pocos días, el Pleno del Congreso aprobó la Resolución Legislativa que aprueba la adhesión de Perú a la Convención sobre Cibercriminalidad del Consejo de Europa o Convención de Budapest. En diferentes volúmenes, esta noticia ha sido presentada por diversas partes interesadas como la postergada atención de una apremiante necesidad nacional o la pieza que faltaba en la madurez de nuestro entorno digital. Personalmente, creo que esta decisión no es ni lo uno ni lo otro. No obstante, vale la oportunidad para reflexionar sobre lo que significa esta noticia y lo que estas reacciones nos dicen sobre la madurez del debate nacional acerca de la lucha contra los delitos informáticos en Perú.
Podría pensarse que Perú llega tarde con su adhesión a una Convención aprobada en el año 2001. En realidad, al tratarse de un acuerdo del Consejo de Europa, fue inicialmente negociado y firmado exclusivamente por estados europeos y algunos invitados como Estados Unidos y Canadá. Casi dos décadas después, menos del 15% de naciones que no pertenecen al Consejo de Europa han decidido adherirse a él. De hecho, en nuestra región, solo algunas lo han hecho y muy recientemente: Argentina (2018), Chile (2017), y Paraguay (2018). México y Colombia, aunque invitados ya, están todavía tramitando su adhesión. Por tanto, realmente Perú no llega tarde a la firma de este acuerdo cuya suscripción fuera de Europa parece más bien la excepción y no la regla.
La pregunta sobre si valía la pena adherirse al Convenio es compleja y ya varios la han intentado responder (incluyendo mis colegas Carlos Guerrero y Martín Borgioli en un informe que publicamos el año pasado). Es innegable que todo estado moderno necesita de reglas penales para perseguir y castigar ciertos ilícitos cuando se cometen a través de medios tecnológicos. Sin embargo, el esfuerzo de sumarse al estándar del Consejo de Europa parece importar más por lo formal que por lo sustantivo. Es decir, más que alentarnos a crear nuevos delitos (que ya teníamos) el Convenio ratifica que el marco legal de nuestro país se ajusta al estándar común entre los miembros. Esto habilita que peruanos que cometen delitos informáticos puedan ser juzgados en el extranjero o que extranjeros puedan serlo en Perú, siempre que sus países también hayan suscrito el Convenio. Eso es, en síntesis, lo que nuestro país ha obtenido tras la adhesión.
Alerta de contenido sensible: Este post contiene ejemplos de insultos o expresiones usadas para agredir a mujeres y personas LGBTIQ+ que podrían afectar sensibilidades o incomodar al lector. Decidimos usar ejemplos para dar pautas sobre cómo reconocer al discurso de odio basado en género, pero recomendamos tomar especial atención si has sido víctima de violencia de género y prefieres no estar en contacto con ese lenguaje.
Se considera discurso de odio a las expresiones, actitudes o comportamientos usadas para discriminar, acosar, amenazar e incitar violencia en contra de una persona o grupo por motivo de género, orientación sexual o etnia, entre otros indicadores de identidad. El discurso de odio es una de las principales herramientas usadas para ejercer violencia de género en contra de mujeres y personas LGBTIQ+, tanto en espacios online como offline. Sin embargo, y debido a las características únicas de tecnología, el discurso de odio puede ser fulminante cuando es transmitido por internet pues se difunde rápidamente y genera contenido que acecha de manera constante a las víctimas.
Identificamos un discurso machista generalizado en las interacciones entre agresores y víctimas que comunicaban creencias, actitudes o comportamientos que buscan someter, menospreciar o discriminar a la mujer. Entre las expresiones usadas en este discurso encontramos ataques a la imagen o apariencia física de las mujeres: (“fea”, “gorda”, “machona”); alusiones a su estado mental (“loca”), insultos que humillan su sexualidad (“putas”), e insultos que menosprecian su agencia o autonomía: (“necesito hablar con el hombre a cargo”). Las entrevistadas compararon la constante presencia de discursos machistas en internet con el acoso al que están usualmente expuestas en la calle.
2. Discurso homofóbico y LGBTIQ-fóbico
“Me atacaron por mi apoyo a la comunidad LGTBIQ+ y por las fotos que colgué con mi pareja mujer. Por ser una mujer bisexual, fui juzgada y violentada.”
Este discurso busca atacar a la comunidad LGBTIQ+ y al contenido que desafía la heteronormatividad. Según las personas entrevistadas, el discurso homofóbico y transfóbico es “humillante”, “segregador”, y busca “ridiculizar” a las personas que publican contenido en defensa de la cultura, derechos e identidades LGBTIQ+. Los insultos se caracterizan por que buscan denigrar los cuerpos e identidades de este grupo (usando calificativos como “cabro” o “maricón” para hombres homosexuales y “machona” para lesbianas) y deslegitimar orientaciones sexuales no-heteronormativas sobre todo en el caso de mujeres lesbianas o de mujeres trans (“las lesbianas solo quieren ser lesbianas porque en su interior quieren ser hombres”)
3. Discurso anti-feminista
“No puedes describirte como feminista o hablar abiertamente del empoderamiento de la mujer sin recibir algún tipo de resistencia o ataque.”
Encontramos evidencia de un discurso antifeminista que rechaza el uso de la palabra “feminismo” y las distintas agendas de movimiento. Los insultos, burlas y agresiones incluyen comparaciones con grupos terroristas: (“terrucas”, “rojos”, “terroristas”), expresiones clasistas (“resentidas sociales”), uso de comentarios para deslegitimar la agenda feminista (llamándola “ideología” o “amarillistas”), o rechazo a agendas progresivas (“No se que es peor las feministas o las anti-racistas”). Personas que se identifican con el movimiento feminista, o que se auto-denominan públicamente feministas, se enfrentan a un nivel de exposición a la violencia constante.
4. Discuros anti-género
Son aquellas expresiones, actitudes o prácticas en línea que expresan rechazo hacia la agenda pro-igualdad de género. Como les contamos en el post anterior, las defensoras de la igualdad de género están entre los principales públicos atacados con este tipo de violencia. Uno de los ejemplos más predominantes es el uso de la denominación despectiva “ideología de género” en publicaciones en defensa al enfoque de género en políticas públicas y o en contenido que defiende los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y de manera específica, el aborto legal y seguro. El discurso se vuelve más frecuente alrededor de eventos específicos como la Marcha por la Vida.
5. Discurso racista
“Lideresas sufren de ataques por el hecho de que muestran su identidad cultural con orgullo”
Este discurso ataca la identidad cultural o étnica de mujeres indígenas andinas o amazónicas y mujeres afro-descendientes. Los ataques hacen sobre todo referencia a su apariencia y/o rasgos físicos, junto a calificativos despectivos sobre su capacidad intelectual (“mujeres indígenas son ignorantes”). También encontramos rechazo a contenido que busca la reivindicación racial y étnica.
¿Cómo afecta nuestros derechos?
Estos discursos además, de afectar el bienestar de las víctimas, vulnera nuestros derechos de diversas maneras:
Buscan socavar la libertad de expresión de poblaciones vulnerables: Los cinco discursos de odio abruman los espacios digitales con información, ideas, estereotipos y narrativas que buscan deslegitimar o subordinar las ideas de grupos en situación de vulnerabilidad. Este contenido, acompañado de estrategias efectivas de difusión por internet, minimiza la presencia de las voces de minorías y en otros casos, lleva a la autocensura.
Incitan a la violencia física y/o sexual sobre la víctima: Los insultos y amenazas prometen agresiones físicas y en algunos casos son acompañados de otra agresión digital: la difusión de sus datos personales sin consentimiento, que hacen sentir a la víctima constantemente vigilada. De esta manera, estos discursos contribuyen a la sensación de inseguridad y angustia que ya viven todas las mujeres y personas LGBTIQ+ en los espacios públicos que habitan.
Amenazan la participación equitativa de estos grupos en democracia: Los discursos de odio se usan para limitar la capacidad de estas personas para participar en debates de interés público, influenciar procesos de toma de decisiones, o denunciar libremente la vulneración de sus derechos en espacios virtuales. Al limitar el acceso a estos espacios de debate público y participación política se continúa construyendo la ciudadanía de la mujer y personas LGBTIQ+ sobre la base de la exclusión.
Continuamos con nuestra serie del blog donde compartimos nuestra investigación sobre violencia de género en línea. Cada semana publicamos un post con un tema específico para contribuir a las discusiones sobre este tema. En esta ocasión les contamos sobre Tecnoresistencias: nuestro centro de autodefensa digital.
Durante el 2018, llevamos a cabo una investigación a profundidad sobre la violencia de género en línea. En ella logramos recoger información clave sobre las modalidades de violencia basada en género en línea y las maneras en las que afectan a las personas que usan internet en el Perú. Entre otros hallazgos, encontramos que las mujeres, las personas LGBTIQ+ y, sobre todo, activistas que defienden la igualdad de género son las más afectadas por este tipo de violencia, al punto en el que perjudica su libertad, bienestar y seguridad.
A raíz de estos hallazgos nos dimos cuenta que era esencial crear un espacio donde podamos compartir esta información de manera accesible con quienes más lo necesiten, pero sobre todo, donde podamos reunir los recursos que necesitamos para defendernos de este tipo de violencia desde distintos frentes. Así nace Tecnoresistencias, un espacio desarrollado por Hiperderecho, donde encontrarás información para tu autodefensa digital.
Este 5 de febrero celebraremos el Día Mundial del Internet Seguro. El objetivo de esta fecha es es promover y debatir sobre la necesidad de tener un Internet que ofrezca más seguridad para todas las personas, en especial para las niñas, niños y adolescentes. Para la celebración de este año, se ha elegido el tema: “Juntxs podemos hacer una Internet mejor”.
Desde Hiperderecho, queremos aportar al debate en la región sobre qué mecanismos hacen un Internet más seguro. Nosotros creemos que la tecnología es una herramienta con gran potencial para desarrollar oportunidades y mejorar capacidades de todas las personas. Sin embargo, somos conscientes que existen una serie de amenazas y barreras que limitan que grupos en situaciones de vulnerabilidad puedan aprovechar al máximo este potencial. Es en el espacio entre estas dos fuerzas que nuestro trabajo se orienta a entender y proponer ideas sobre cómo mejorar el equilibrio de fuerzas y representaciones en línea.
Únete a nuestra conversación en Twitter este 5 de febrero a las 11:00 am. Estaremos usando los hashtags #InternetSeguro, #DíaDelInternetSeguro y #SID2019 para conversar sobre privacidad, seguridad y violencia de género en línea.
Taller gratuito de seguridad en Twitter
Además, el jueves 7 de febrero, de 5:30pm – 7:30pm, estaremos realizando un taller gratuito para la comunidad local sobre seguridad digital a cargo de nuestros amigos de Twitter donde desarrollaremos temas como:
Por qué usar Twitter
Buenas prácticas de seguridad en Twitter
Las reglas de seguridad y privacidad en Twitter
Herramientas de seguridad de Twitter
Si te interesa participar, inscríbete en este formulario y te enviaremos los detalles del lugar. Solo hay cupos para diez (10) personas. La participación es completamente gratuita.
Nuestro ciclo Conexiones regresa la próxima semana. El próximo lunes 4 de febrero tendremos la edición número 13 con Margarita Maira, Coordinadora de Proyectos de la Fundación Ciudadanía Inteligente de Chile.
Esta semana se habló mucho sobre cómo se almacena nuestra información dentro de las empresas de telecomunicaciones. A propósito del caso del registro de llamadas que Telefónica tendría de Keiko Fujimori, vale la pena entender qué tipo de información se encuentra bajo el poder de estas empresas y bajo qué reglas se trata.
A través de una nota periodística, supimos que hace unos meses Telefónica se negó a cumplir con dos órdenes judiciales que la obligaban a entregar la información del tráfico de llamadas de ciertas líneas de la ex candidata. La negativa de la empresa se sustentaba en que la información solicitada comprendía registros de un plazo mayor al que legalmente se debía conservar (tres años) y, por ende, no contaba con la misma. Sin embargo, una trabajadora de la empresa del área encargada de responder a las autoridades descubrió en su momento que esta información sí existía en el sistema y ahora denuncia que la empresa negó el acceso de forma deliberada. Posteriormente, en algo que Telefónica ha repetido esta semana, se supo que la empresa siempre tuvo la información solicitada.
Ante ello, caben hasta tres lecturas de los hechos. La primera, propuesta por la nota periodística, es que Telefónica tendría algún motivo político particular para negar el acceso a esta información. Esto significa que simplemente usó como excusa el plazo legal con un fin ulterior: encubrir a Keiko Fujimori. Aunque es posible, creo que esta teoría es la menos interesante para aprender más sobre nuestros derechos como usuarios. Sin descartarla, vamos a dejar esta lectura a un lado para explorar otras dos posibles explicaciones de los mismos hechos.
Continuamos con nuestra serie del blog donde compartimos los principales hallazgos y análisis de nuestra investigación sobre violencia de género en línea. Cada semana estaremos publicando un post con un tema específico para contribuir a las discusiones sobre este tema.
Para nuestra reciente investigación, llevamos a cabo encuestas y entrevistas para conocer los diversos aspectos de la violencia de género en línea (VGL) desde la perspectiva de quienes la han experimentado. Logramos conversar con activistas feministas, defensoras de los derechos humanos, estudiantes y periodistas.
Como comentábamos en el post anterior, las agresiones en línea aprovechan ciertas características específicas de la tecnología para ser más efectivas. Con lo cual, surgen diversas posibilidades de cómo agredir. En esta entrada, presentaremos el perfil de la persona agresora.
¿Quiénes agreden?
Los agresores incluyen a una diversidad de actores y perfiles, desde desconocidos y compañeros de trabajo, hasta miembros de familia y ex parejas. A continuación, la clasificación de perfiles:
Agresores anónimos
Según el 76% de personas que respondieron la encuesta, la VGL se ejerce principalmente por desconocidos o personas anónimas. Además, es posible que quienes agreden tengan algún tipo de relación con las víctimas pero que no se las pueda reconocer porque usan otros perfiles.
Violencia ejercida por grupos organizados
Un 15% de personas encuestadas reportó que la violencia era ejercida por grupos organizados. Según los testimonios, los grupos están organizados alrededor de afiliaciones políticas, sociales o religiosas, son de carácter conservador y en ocasiones fundamentalistas. Los agresores acosan y reportan de manera sistemática perfiles públicos y/o privados de sus víctimas en el contexto de diferentes discusiones sobre temas de coyuntura, como el currículo de igualdad de género, la legalización del aborto o difusión de información sobre violencia estatal.
Violencia ejercida por amigos, parejas o exparejas
El 20% de encuestados reportó que la violencia viene de amigos, 17% de ex parejas y 2% de parte de parejas actuales. Encontramos que esta violencia se realiza para ejercer prácticas de control social. Muchas de las dinámicas sobre cómo se observa y controla al cuerpo en espacios físicos, también se reproducen por medio de herramientas tecnológicas. Las prácticas de control sexual o social se manifiestan por medio del acceso no autorizado a dispositivos, la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento y otras violaciones a la intimidad de las personas. Una de las entrevistadas comentó: “la tecnología se está usando como un mecanismo de control en relaciones románticas”.
Violencia ejercida por la influencia de personajes públicos
Otro tipo de agresor es el personaje público o influyente que invoca a más agresiones. En las entrevistas se mencionaron que hay personajes que incitan el hostigamiento a activistas. Como el caso de un estudiante universitario que fue denunciado en Ni Una Menos por hostigamiento virtual por más de una persona. Más tarde, este personaje se convirtió en una voz en contra del “feminismo extremista” ganando seguidores que agredían a quienes apoyaban a las denunciantes.
Violencia ejercida por periodistas y medios masivos
En las entrevistas, se comentó que la cobertura irresponsable de noticias sobre violencia de género en la prensa puede generar acoso contra las víctimas por parte del público, sobre todo cuando periodistas exponen la imagen y los datos personales de las personas que aparecen en sus reportajes.
¿Quiénes lidian con la VGL?
Por otro lado, para identificar quiénes se encuentran más vulnerables a este tipo de violencia, preguntamos por los aspectos de sus vidas donde era más recurrente la violencia. De esta manera, encontramos que el ámbito personal (57%) y del activismo (53%) eran los más comunes.
Esto nos indica que la violencia no solo responde a la identidad de quién publica un comentario, una foto, una denuncia, etc., sino que la VGL busca castigar la expresión de ideales, intereses y contenido que defienden la igualdad de género.
Encontramos que hay tres grupos de personas que sufren violencia de género en línea en el Perú:
Mujeres y personas LGBTIQ+ que desafían normas heteronormativas sobre el género y la orientación sexual. En este caso, la violencia busca invisibilizar e invalidar estas identidades y experiencias de vida.
Activistas feministas y defensores de los derechos de las mujeres, LGBTIQ+ y de la igualdad de género: La violencia en línea es usada para silenciar o reprimir a todas aquellas opiniones relacionados a la equidad social entre géneros.
Mujeres de origen indígena o afro: que defienden su origen étnico de manera pública y su corporalidad. En este caso, las violencia en línea busca ejercer control sobre estos cuerpos y excluirlos de estos espacios.
En el siguiente artículo de esta serie comentaremos sobre los discursos de odio basados en género y cómo se manifiestan.
Agradecemos a todas las personas que participaron de la investigación: activistas, defensorxs de derechos humanos, personas de la comunidad LGBTIQ+, feministas y personas quienes han enfrentado este tipo de violencia. Les agradecemos por su tiempo, interés y ganas de seguir luchando por espacios digitales seguros.