Vivimos en uno de los países con el mayor número de asesinatos, violencia y hostigamiento por motivos de género en el mundo, y en los últimos años, también nos enfrentamos al aumento de violencia en línea basada en el género. Como hemos explorado en otros artículos, este tipo de violencia puede llevar a la autocensura, el trauma psicológico y aumenta el riesgo de violencia física para mujeres y personas LGBTIQ+. Sin embargo, las personas que sufren de esta forma de violencia en su día a día, sienten que no tienen el respaldo del sistema de justicia.
Entre las razones por las que las personas deciden no denunciar, encontramos que no existe claridad sobre si el Estado puede protegernos de la violencia en línea. Además, la impunidad alrededor de la violencia de género ha causado que la mayoría de personas pierdan la confianza en el sistema legal. Como nos indica la socióloga Liz Meléndez, muchas mujeres han dejado de creer en el sistema de justicia y se resignan a no denunciar para evitar la revictimización, vergüenza y maltrato que el proceso supone.
En Hiperderecho creemos que es fundamental que las personas se acerquen a denunciar estos hechos. Solo así podremos lograr que el sistema de justicia entienda la urgencia de capacitar a sus operadores, y que a nivel cultural y social, las personas consideren a la violencia en línea una forma de violencia grave. Si no sabes por dónde empezar, aquí te presentamos tres estrategias que puedes usar para denunciar la violencia en línea.
Alerta de contenido sensible: Este artículo habla sobre los diferentes efectos que tiene la violencia de género sobre el bienestar de mujeres y personas LGBTIQ+. Nosotros no estamos calificados para explicar de manera precisa los distintos componentes de la salud mental, pero ofrecemos estos hallazgos, rescatados de los testimonios, como un indicador de cómo la violencia afecta cómo sentimos, pensamos e interactuamos en el mundo. Recomendamos tomar especial atención si has sido víctima de violencia de género, o si sufres de problemas de salud mental y prefieres no estar en contacto con este contenido.
Por medio de las entrevistas y encuestas que realizamos para realizar nuestro informe Conocer para Resistir, logramos conocer el profundo dolor y daño que causa la violencia de género en línea a mujeres, personas LGBTIQ+ y activistas. Con esto pudimos comprobar que lo que se vive en internet no es puramente virtual, sino son experiencias reales plasmadas en el cuerpo, mente y memoria de las personas afectadas.
Violencia de género y salud mental
Entendemos por salud mental la definición de la Organización Mundial de la Salud: “un estado de completo bienestar físico, mental y social – no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.” Para profundizar en cómo la violencia en línea afecta la salud mental de las personas hicimos la pregunta: ¿Qué tipo de daño te ocasiona la violencia en línea? y listamos una serie de emociones y sensaciones relacionadas al bienestar mental.
Entre los daños identificados por las víctimas encontramos una serie de sensaciones que no permiten a estos grupos disfrutar plenamente de sus derechos en internet. Recalcamos cuatro que nos llamaron la atención:
ESTADO PERMANENTE DE ALERTA
El 45% de las personas manifestaron sentir estrés o ansiedad, dos reacciones comunes de alarma ante una amenaza. En los testimonios surgió que las víctimas deben estar “pegadas al celular todo el tiempo” para responder el gran volumen de mensajes que reciben, pero que a pesar de esto, les resulta “casi imposible” deshacerse de las agresiones. Esto es particularmente común en la personas que sufren de ataques coordinados: “No nos da la vida para responder todo”.
AGOTAMIENTO
El 73% de las personas que completó la encuesta manifestó sentir frustración o impotencia ante el constante flujo de ataques. Las personas manifestaron estar “cansadas” y “agotadas” de lidiar con la violencia. Además, expresaron sentimientos paralizantes como la frustración, impotencia, indiferencia o resignación: “Ya me daba igual, ya no me importaba tanto”; “ya no me interesa opinar, detrás de una computadora siento que no vamos a llegar a mucho”.
SENSACIÓN DE INSEGURIDAD
El 61% manifestó sentir inseguridad y el 38% expresó sentir miedo en espacios virtuales – sensaciones similares a las que genera el acoso callejero en mujeres que transitan espacios públicos. En las entrevistas, nos indicaron que “sintieron miedo” frente a amenazas de violencia física o sexual. En ocasiones tuvieron que pedir a familiares o amigos que los acompañen para tomar transporte público. A pesar de que en la mayoría de casos las amenazas no se materializaron, entendemos que las amenazas virtuales buscaban ante todo amedrentar a quienes recibían los mensajes y que las víctimas se sientan vigiladas.
INESTABILIDAD EMOCIONAL
El 25% expresó que la violencia les genera inestabilidad emocional. Las personas entrevistadas y encuestadas también hablaron de sentimientos relacionados con la tristeza, depresión, ansiedad y en ocasiones, con pensamientos auto-destructivos. Consideramos que estos son los casos más graves, ya que muchas de las víctimas no tienen acceso a atención psicológica o emocional. Este es el caso de muchas víctimas de pornografía no consentida, que no tienen acceso a las herramientas para lidiar con la gran carga emocional y presión social que supone este tipo de violencia de género.
Todas estas sensaciones son evidencia de que la violencia de género en línea tiene un profundo impacto psicológico, emocional y hasta físico en las personas que lo sufren. Es importante reconocerlo, porque no sólo incide en el bienestar de estas personas, sino también implica una vulneración de sus derechos. En caso de que una víctima tenga que recurrir a terapia o a tratamientos para lidiar con el daño psicológico, constituye evidencia para demostrar que se está cometiendo un delito que atenta contra la vida, el cuerpo y la salud de la víctima. (Conoce qué leyes te protegen de la violencia en línea).
¿Qué podemos hacer?
Si conoces a una víctima de la violencia en línea, ante todo te recomendamos que la apoyes. Aunque puede resultar intimidante dar apoyo emocional si no estamos preparados para brindar la información y las herramientas adecuadas, hay algunas cosas que podemos hacer.
En primer lugar, no revictimizar a la persona que sufrió el ataque. Nunca es culpa de la persona que fue atacada. Cuestionar lo que hizo solo puede llevar a que la víctima sienta vergüenza y más sentimientos angustiantes. Segundo, ayúdala a recuperar o recoger evidencia si está dentro de tus posibilidades. Para una víctima de violencia en línea puede ser re-traumatizante revisitar las instancias de ataque. Y finalmente, te recomendamos acompañar a esta persona: recurrir a palabras de aliento y ayudarla a buscar ayuda profesional o a realizar todos los trámites de denuncia que sean necesarios. No olvides de cuidarte también en este proceso.
Puedes encontrar estas sugerencias, así como otros recursos para apoyar a víctimas de violencia en línea, y sobre todo de pornografía no consentida, en la web: Acoso.Online
Alerta de contenido sensible: Este post contiene ejemplos de insultos o expresiones usadas para agredir a mujeres y personas LGBTIQ+ que podrían afectar sensibilidades o incomodar al lector. Decidimos usar ejemplos para dar pautas sobre cómo reconocer al discurso de odio basado en género, pero recomendamos tomar especial atención si has sido víctima de violencia de género y prefieres no estar en contacto con ese lenguaje.
Se considera discurso de odio a las expresiones, actitudes o comportamientos usadas para discriminar, acosar, amenazar e incitar violencia en contra de una persona o grupo por motivo de género, orientación sexual o etnia, entre otros indicadores de identidad. El discurso de odio es una de las principales herramientas usadas para ejercer violencia de género en contra de mujeres y personas LGBTIQ+, tanto en espacios online como offline. Sin embargo, y debido a las características únicas de tecnología, el discurso de odio puede ser fulminante cuando es transmitido por internet pues se difunde rápidamente y genera contenido que acecha de manera constante a las víctimas.
Identificamos un discurso machista generalizado en las interacciones entre agresores y víctimas que comunicaban creencias, actitudes o comportamientos que buscan someter, menospreciar o discriminar a la mujer. Entre las expresiones usadas en este discurso encontramos ataques a la imagen o apariencia física de las mujeres: (“fea”, “gorda”, “machona”); alusiones a su estado mental (“loca”), insultos que humillan su sexualidad (“putas”), e insultos que menosprecian su agencia o autonomía: (“necesito hablar con el hombre a cargo”). Las entrevistadas compararon la constante presencia de discursos machistas en internet con el acoso al que están usualmente expuestas en la calle.
2. Discurso homofóbico y LGBTIQ-fóbico
“Me atacaron por mi apoyo a la comunidad LGTBIQ+ y por las fotos que colgué con mi pareja mujer. Por ser una mujer bisexual, fui juzgada y violentada.”
Este discurso busca atacar a la comunidad LGBTIQ+ y al contenido que desafía la heteronormatividad. Según las personas entrevistadas, el discurso homofóbico y transfóbico es “humillante”, “segregador”, y busca “ridiculizar” a las personas que publican contenido en defensa de la cultura, derechos e identidades LGBTIQ+. Los insultos se caracterizan por que buscan denigrar los cuerpos e identidades de este grupo (usando calificativos como “cabro” o “maricón” para hombres homosexuales y “machona” para lesbianas) y deslegitimar orientaciones sexuales no-heteronormativas sobre todo en el caso de mujeres lesbianas o de mujeres trans (“las lesbianas solo quieren ser lesbianas porque en su interior quieren ser hombres”)
3. Discurso anti-feminista
“No puedes describirte como feminista o hablar abiertamente del empoderamiento de la mujer sin recibir algún tipo de resistencia o ataque.”
Encontramos evidencia de un discurso antifeminista que rechaza el uso de la palabra “feminismo” y las distintas agendas de movimiento. Los insultos, burlas y agresiones incluyen comparaciones con grupos terroristas: (“terrucas”, “rojos”, “terroristas”), expresiones clasistas (“resentidas sociales”), uso de comentarios para deslegitimar la agenda feminista (llamándola “ideología” o “amarillistas”), o rechazo a agendas progresivas (“No se que es peor las feministas o las anti-racistas”). Personas que se identifican con el movimiento feminista, o que se auto-denominan públicamente feministas, se enfrentan a un nivel de exposición a la violencia constante.
4. Discuros anti-género
Son aquellas expresiones, actitudes o prácticas en línea que expresan rechazo hacia la agenda pro-igualdad de género. Como les contamos en el post anterior, las defensoras de la igualdad de género están entre los principales públicos atacados con este tipo de violencia. Uno de los ejemplos más predominantes es el uso de la denominación despectiva “ideología de género” en publicaciones en defensa al enfoque de género en políticas públicas y o en contenido que defiende los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y de manera específica, el aborto legal y seguro. El discurso se vuelve más frecuente alrededor de eventos específicos como la Marcha por la Vida.
5. Discurso racista
“Lideresas sufren de ataques por el hecho de que muestran su identidad cultural con orgullo”
Este discurso ataca la identidad cultural o étnica de mujeres indígenas andinas o amazónicas y mujeres afro-descendientes. Los ataques hacen sobre todo referencia a su apariencia y/o rasgos físicos, junto a calificativos despectivos sobre su capacidad intelectual (“mujeres indígenas son ignorantes”). También encontramos rechazo a contenido que busca la reivindicación racial y étnica.
¿Cómo afecta nuestros derechos?
Estos discursos además, de afectar el bienestar de las víctimas, vulnera nuestros derechos de diversas maneras:
Buscan socavar la libertad de expresión de poblaciones vulnerables: Los cinco discursos de odio abruman los espacios digitales con información, ideas, estereotipos y narrativas que buscan deslegitimar o subordinar las ideas de grupos en situación de vulnerabilidad. Este contenido, acompañado de estrategias efectivas de difusión por internet, minimiza la presencia de las voces de minorías y en otros casos, lleva a la autocensura.
Incitan a la violencia física y/o sexual sobre la víctima: Los insultos y amenazas prometen agresiones físicas y en algunos casos son acompañados de otra agresión digital: la difusión de sus datos personales sin consentimiento, que hacen sentir a la víctima constantemente vigilada. De esta manera, estos discursos contribuyen a la sensación de inseguridad y angustia que ya viven todas las mujeres y personas LGBTIQ+ en los espacios públicos que habitan.
Amenazan la participación equitativa de estos grupos en democracia: Los discursos de odio se usan para limitar la capacidad de estas personas para participar en debates de interés público, influenciar procesos de toma de decisiones, o denunciar libremente la vulneración de sus derechos en espacios virtuales. Al limitar el acceso a estos espacios de debate público y participación política se continúa construyendo la ciudadanía de la mujer y personas LGBTIQ+ sobre la base de la exclusión.
El año pasado realizamos una investigación sobre la violencia de género en línea en el Perú. En esta nueva serie de artículos en nuestro blog, vamos a compartir nuestros principales hallazgos y comentarios. Cada semana estaremos publicando un post con un tema específico para contribuir a las discusiones sobre este tema.
A lo largo del estudio encontramos evidencia de que las diversas manifestaciones de violencia en internet tienen consecuencias reales, tanto físicas como psicológicas sobre quienes la sufren. En ese sentido, es fundamental que consideremos a la violencia en línea como parte del continuo de violencia de género que afecta a mujeres y personas LGBTIQ+ en el Perú, y a todas aquellas personas que desafían normas heteronormativas, patriarcales, racistas y machistas.
Sin embargo, es importante también reconocer que la violencia no solo se traslada a espacios virtuales, sino que también se amplifica debido a las características únicas y específicas de la tecnología. En este post, vamos a contarles sobre algunas de estas características y cómo éstas se manifiestan en diez (10) formas de violencia de género en internet. A partir desde un reconocimiento de las oportunidades y riesgos que se nos presentan en espacios virtuales, podemos desafiar la idea de que los espacios virtuales son neutrales o están libres de violencia.
Conociendo a la tecnología
Por medio de las encuestas y entrevistas, encontramos que las agresiones en línea aprovechan las características de la tecnología para ser más efectivas. Entre ellas vamos a resaltar cuatro características que no son intrínsecamente negativas, pero que son usadas estratégicamente para silenciar, intimidar o vigilar a las víctimas:
En primer lugar, la tecnología nos brinda mayor proximidad. Internet acorta las distancias entre las personas que lo usan, conectándonos independientemente de nuestra ubicación geográfica. Esta característica nos permite conectarnos de manera muy efectiva y rápida con amigos, familiares o colaboradores alrededor del mundo. Sin embargo también significa que las las agresiones pueden llegar de personas que no necesariamente provienen de un círculo social inmediato.
Esta característica se vuelve un mayor riesgo cuando es combinada con otra posibilidad que nos brinda la tecnología – la de permanecer anónimas o anónimos en internet. Además de generar mayor valentía y soltura, el anonimato tiene un efecto desinhibidor que permite a muchas personas, entre ellas víctimas de violencia de género, disfrutar de internet sin miedo a ser identificadas y sufrir repercusiones. Sin embargo, el anonimato le da la misma valentía y soltura a personas agresores para ejercer violencia sin ser identificadas, colocándolas en una posición de poder frente a personas cuya identidad sí está expuesta en internet.
La tercer característica es la rápida propagación de información en internet. Esta posibilidad facilita que las agresiones, como campañas de desprestigio, los insultos, el discurso de odio y los ataques coordinados entre otras, puedan difundirse y replicarse rápidamente. Esto se agrava por una cuarta característica que es la permanencia del contenido. Una vez que un usuario sube contenido a internet, es casi imposible para otros usuarios eliminarlo sin el apoyo de la plataforma intermediaria donde está alojado, amenazando directamente la reputación y el bienestar de la persona al largo plazo. Aunque se llegue a eliminar el contenido de una plataforma, existe la posibilidad de que el contenido ya esté almacenado en los dispositivos de muchos otros usuarios que lo pueden continuar propagando.
Diez usos de la tecnología para ejercer violencia de género
Tomando estas características en cuenta y partiendo de la tipología de agresiones en línea realizada por las organizaciones mexicanas SocialTIC y Luchadoras junto a la APC, así como definiciones del portal Take Back the Tech y Dominemos la Tecnología, hemos identificado diez formas de violencia basadas en género mediadas por la tecnología que se están ejerciendo en Perú.Esta tipología nos ofrece un primer marco desde el cual analizar las diferentes modalidades de ataques y sus respectivas características.
A continuación, ofrecemos una breve explicación de las cinco más complejas o comunes. Podrán encontrar más información sobre las demás en el informe completo que sale mañana.
1. Hostigamiento y acoso virtual
El hostigamiento puede ser de tipo sexual o no sexual y consiste en recibir mensajes privados y/o comentarios públicos reiterados, de manera no solicitada, por parte de una o varias personas, por medio de diversas redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea, donde los mensajes resultan molestos, perturbantes o intimidantes. En el caso de hostigamiento por fines sexuales, quien envía los mensajes busca establecer contacto de manera insistente a través del envío de material íntimo sin el consentimiento de la persona que recibe el mensaje.
2. Ataques masivos coordinados Los ataques masivos coordinados se caracterizan por la organización y ejecución en masa de “campañas” o “estrategias” coordinadas para atacar una persona, una publicación, una organización o una página pública. Involucran el hostigamiento masivo y sistemático llevado a cabo por grupos grandes de 100 a 1000 personas, por medio de mensajes privados, la publicación de mensajes públicos en foros públicos y/o denuncias que buscan la baja de contenido en plataformas intermediarias. Estos ataques están principalmente dirigidos a activistas, periodistas o colectivos que manejan perfiles públicos y buscan obstruir sus canales de expresión, intimidar a las personas para que retiren publicaciones y así disminuir o anular su presencia es los espacios. Al igual que en el caso de amenazas, los ataques coordinados se apoyan de la difusión de los datos personales de las víctimas para intimidarlas.
3. Robo de identidad en línea El acceso no autorizado a cuentas de otras personas también crea la oportunidad para el robo de identidad. Este tipo de violencia se refiere al uso y/o falsificación de la identidad de una persona, sin su consentimiento, por medio de la creación de perfiles falsos que utilizan la imagen o información de una persona u organización. Los objetivos pueden variar desde el uso de una cuenta para dañar la reputación de una persona, hasta usarla para intimidar a la víctima haciéndola sentir que pueden apropiarse de su información y tener acceso a su círculo social cercano.
4. Difusión de información personal sin consentimiento Cuando la difusión de información personal involucra datos personales se le conoce como ‘doxxing’. Si bien hay ocasiones donde las personas agresoras han compartido públicamente información personal, se ha encontrado que en otros casos los agresores han podido solicitar y corroborar información en páginas del Estado. En un ataque de doxxing, los datos personales se distribuyen de manera pública con la finalidad de intimidar a la víctima. Estos actos fueron mencionados reiteradamente como uno de los principales mecanismos para llevar a cabo otras formas de ataques y agresiones más comunes como el hostigamiento, las amenazas y la extorsión.
5. Difusión de material íntimo sin consentimiento Este tipo de violencia consiste en el almacenamiento, registro o difusión de fotos, videos, datos personales de carácter íntimo sin consentimiento. Se le conoce coloquialmente como “porno-venganza” o “pornografía no consentida”. En algunos casos el ‘sexting’ —intercambio de contenido sexualmente explícito por aplicaciones de mensajería con consentimiento— es uno de los escenarios en los que un potencial agresor podría tomar posesión de este tipo de material. En otros casos, el registro se realiza sin el conocimiento de la persona involucrada. Es una forma de violencia sexual que vulnera la intimidad y pone en riesgo el bienestar de la persona afectada al largo plazo.
La tecnología también es nuestra aliada
Conocer estas modalidades de violencia y cómo la tecnología puede ser usada estratégicamente no nos debe hacer perder de vista que la tecnología es también una herramienta de transformación e inclusión social. El daño lo crean quienes la usan, no es intrínseca a la herramienta. Al difundir esta información queremos crear consciencia sobre lo importante que es conocer a la tecnología y aprender a usar sus características únicas para también desarrollar campañas de resistencia. Conocer a la tecnología es el primer paso para reafirmar nuestro control sobre nuestros cuerpos digitales y así lograr que la tecnología repotencie nuestra seguridad y libertad.
En el siguiente artículo de esta serie les contaremos más sobre quienes son los principales blancos de ataque y lo que sabemos sobre el perfil de los agresores.
Más de treinta académicos, activistas y practicantes de Ciencia Abierta asistimos a este encuentro para discutir y acordar los puntos claves que deberían ser incluídos en políticas públicos de Ciencia Abierta de la región. A la conclusión de la reunión se creó un documento vivo titulado Declaración de Panamá de Ciencia Abierta que se encontrará abierto a comentarios y sugerencias hasta el 15 de diciembre de 2018 y se abrirá a adhesiones después del 10 de enero de 2019.
¿De dónde viene la Ciencia Abierta?
La Ciencia Abierta es una propuesta que surge a raíz de otros movimientos que promueven el acceso público al conocimiento, los datos y la información, como el Acceso Abierto, la Educación Abierta y los Datos Abiertos. Entre ellos, el Acceso Abierto ha logrado la mayor popularidad y alcance en los últimos veinte años gracias a las oportunidades generadas por la tecnología para democratizar el acceso a la información.
Por ese motivo, las campañas por el Acceso Abierto buscan desafiar el paradigma de que sólo se puede encontrar artículos de calidad en revistas académicas privadas. Organizaciones como DOAJ (Directory of Open Access Journal) promueven métricas alternativas de impacto, buenas prácticas editoriales y modelos de publicación que aseguren a investigadores y estudiantes que publicar su investigación de manera libre y gratuita no perjudica la calidad de su investigación.
En ese sentido, Latinoamérica se ha destacado por ser pionera y modelo global en estos esfuerzos, siendo la primera región en el mundo en establecer su propio ecosistema de publicación en Acceso Abierto por medio del uso de portales regionales de revistas de Acceso Abierto como SciELO (Scientific Electronic Library Online) y Redalyc (Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal), dos repositorios que buscan dar acceso y visibilidad a investigaciones financiadas por el Estado.
El Acceso Abierto también se practica y difunde en nuestro país. En el año 2013, Perú fue uno de los primeros países de la región donde el Acceso Abierto se impulsó legalmente con la aprobación de la Ley de Repositorios Digitales (Ley Nº 30035). Desde la entrada en vigencia de esta Ley, se volvió obligatorio que toda investigación financiada con recursos del Estado en temas de ciencia, tecnología en innovación sea conservado, preservado en repositorios digitales de acceso libre y gratuito para todos los ciudadanos. Perú también forma parte de la red regional de repositorios LA Referencia, junto a Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México y Costa Rica, que busca la interoperabilidad de repositorios de universidades públicas y privadas, para que el conocimiento que se produce en todas las universidades de esos países pueda ser libremente compartido y accedido por estudiantes, investigadores y académicos de toda la región.
Del Acceso Abierto hacia la Ciencia Abierta
“Por tanto, reconocemos que para abrir la ciencia se requiere ir más allá del Acceso Abierto, necesitamos recuperar el rol protagónico de la sociedad y reivindicar el derecho legítimo de los ciudadanos a producir y beneficiarse de la ciencia, la tecnología y la innovación.” – Declaración de Panamá, 2018
Sin embargo, pronto fue evidente que no era suficiente sólo promover el Acceso Abierto a la investigación. Si bien los esfuerzos de este movimiento buscan el ampliar el acceso a artículos o revistas de investigación, no cambian la naturaleza vertical de la academia en que procesos de producción de conocimiento sólo se concentran en la universidad.
La Ciencia Abierta nace como una propuesta que plantea cambiar esta dinámica, dándole acceso al público no sólo al producto final de la investigación, sino a todas las etapas del ciclo de investigación: desde la formulación de la agenda de investigación, al levantamiento, procesamiento y análisis de los datos y hasta la aplicación de este conocimiento. El objetivo es que al participar más activamente en el proceso, actores sociales puedan redireccionar, desafiar o contribuir a desde su experiencia o capacidades a la investigación.
Existen varias motivaciones para practicar Ciencia Abierta, pero una de las principales es promover la participación de los ciudadanos y amplificar sus voces en la formulación de las agendas de investigación. El objetivo es que mediante un proceso de Ciencia Abierta y colaborativa, el conocimiento que se produzca en una sociedad refleje las necesidades, los intereses y las realidades de un público más amplio, sobre todo de aquellas poblaciones que han sido históricamente excluidas de estos procesos. Como fue propuesto por la Red de Ciencia Abierta y Colaborativa para el Desarrollo (OCSDNet), una ciencia más abierta, colaborativa e inclusiva puede potenciar el desarrollo sostenible y el bienestar social y ambiental de las comunidades que la practiquen. En ese sentido debemos definir qué políticas y capacidades deben existir para facilitar estos procesos de colaboración e inclusión.
La Declaración de Panamá: Ciencia Abierta en Latinoamérica
¿Cómo podemos fomentar procesos, prácticas, infraestructuras y valores que instalen una ciencia más abierta, democrática, inclusiva y colaborativa, orientada a abordar las necesidades de desarrollo de Latinoamérica? Esta pregunta fue el punto de partida de la formulación de la Declaración de Panamá. En respuesta, nuestra declaración toma una posición crítica que se cuestiona: ¿para qué practicamos Ciencia Abierta en Latinoamérica? ¿Quién lidera estos procesos y cómo podemos afianzar procesos de inclusión y colaboración para que cada vez sean más los que participen?
El objetivo es que este documento pueda ser usado como un referente para la construcción de políticas públicas a lo largo América Latina y el Caribe. Puedes encontrar la declaración completa aquí, pero resaltamos los siguientes puntos (extraídos y adaptados de la declaración misma). La declaración:
Reafirma la importancia del conocimiento como un bien público que nos pertenece a todos los ciudadanos, no sólo a quienes pueden pagar por él. Que el conocimiento sea un bien público es fundamental para fortalecer la democracia, la libertad y la justicia social en la región, así como una herramienta clave para la construcción de la ciudadanía.
Busca fortalecer el Acceso Abierto; fomentando el uso más amplio de revistas y repositorios interoperables abiertos, el uso de licencias abiertas en investigaciones financiadas por subvenciones públicas y la construcción de indicadores de evaluación abierta aprovechando la trayectoria y las capacidades ya instaladas en América Latina y el Caribe.
Promueve incentivos y modelos de evaluación que reconozcan a quienes introduzcan componentes de Ciencia Abierta a sus investigaciones, y que faciliten la colaboración participación equitativa entre actores científicos y comunidades sociales en procesos de investigación.
Impulsa el desarrollo de procesos de ciencia ciudadana para fortalecer la apropiación social del conocimiento; fomentando su participación activa en los procesos de construcción de agenda y prioridades de investigación, así como la generación y la reutilización de conocimiento científico en la vida diaria.
Llama a la formulación de políticas enfocadas en erradicar las desigualdades sociales en los procesos de generación de conocimiento y que cierren las brechas de participación por razones de raza, etnia, discapacidad o género, impulsando una ciencia que atienda la justicia social y también reconozca las asimetrías epistémicas entre los países.
Propone que Ciencia Abierta se oriente al desarrollo de la región: El objetivo final es que la colaboración entre diversos actores académicos y no académicos lleve a la resolución de problemas comunitarios mediante procesos de ciencia ciudadana e innovación de código abierto.
Tomes este documento y lo lleves frente a tomadores de decisiones (en tu universidad, instituto académico, organización comunitaria, etc.) como una referencia para el diseño de futuras políticas o programas de investigación.
Organices espacios de diálogo sobre el rol que puede tener la Ciencia Abierta en nuestro país en tus grupos de estudio, salon de clases o tu organización.
Si te gustaría conversar sobre cómo podríamos movilizar este movimiento en Perú, no dudes en contactarte con nosotros.
En Junio, Hiperderecho asistió a dos eventos sobre género y seguridad en línea, junto a organizaciones de Paraguay, Brasil, Argentina y Chile que trabajan en el área de derechos digitales y que al igual que nosotros, buscan combatir la violencia de género en línea en sus países y en la región. En este post te compartimos algunos artículos y herramientas que recogimos en el camino.
Primero participamos del II Foro Internacional de Género y Ciberseguridad, un encuentro organizado por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) de Argentina, en colaboración con la Organización de Estados Americanos (OEA). Las distintas ponencias analizaron cómo las agendas de ciberseguridad regionales e internacionales deben integrar un enfoque de género y responder a la creciente violencia de género en el ámbito digital.
Por si no conoces aún el término, la ciberseguridad se refiere a las políticas y herramientas legislativas que establecen cómo diferentes entidades protegerán a la sociedad de la ciberdelincuencia. Varios países de la región están desarrollando planes nacionales de ciberseguridad y cómo te contamos en un post, el Perú se encuentra en proceso de adherirse alConvenio de Budapest, el primer tratado que promueve la armonización de medidas a nivel internacional para hacer frente a los delitos informáticos. Según la Policía Nacional, en el Perú se reportan hasta 120 casos de ataques cibernéticos al mes, de los cuales 20% se refieren a la pornografía infantil y el 10% al robo de identidad.
Uno de los principales problemas en el campo de la ciberseguridad es la baja participación de mujeres. A nivel mundial, ocupan tan solo el 11% de puestos, lo que limita una perspectiva más diversa sobre cómo desarrollar planes de ciberseguridad que protejan las distintas necesidades de la ciudadanía. Algo más grave, es la ausencia de una perspectiva de género y un análisis feminista en estos discursos, que no cuestionan cómo la violencia en línea, manifestada por medio de ataques coordinados, la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento o la suplantación de identidad pueden afectar de manera desproporcionada a los grupos más vulnerables de la sociedad, entre ellos las mujeres y la comunidad LGBTIQ+.
El evento en Buenos Aires buscó en gran parte hacer más explícita la conexión entre violencia de género y estrategias de ciberseguridad – sin embargo encontramos que hay un largo camino por recorrer para que tratados nacionales e internacionales de ciberseguridad incluyan un enfoque de género que tome en cuenta cómo además de herramientas legales y técnicas, necesitamos trabajar en construir infraestructuras sociales y culturales, como espacios de apoyo, autocuidado y formación, en los que grupos vulnerables conozcan cómo resistir y denunciar de manera segura y efectiva los ataques cibernéticos que reciben.
El 12 de junio también participamos de la mesa de conversación acerca de Seguridad Online para las Mujeres organizada por el equipo de Seguridad de Facebook de América Latina. Junto a representantes de Ni Una Menos Perú, Promsex y Proyecto Varela, tres organizaciones que luchan en contra de la violencia en contra de las mujeres y la comunidad LGBTQ+ en el Perú brindamos nuestra perspectiva sobre cómo la violencia en línea afecta el acceso equitativo a los espacios y herramientas de esta plataforma.
El equipo de Facebook organizó una serie de paneles sobre diversos temas relacionados a la seguridad en línea. ThinkOlga de Brasil y Colnodo de Colombia presentaron sobre los desafíos para crear un ambiente online más seguro y acogedor para las mujeres en Latinoamérica y cómo sus proyectos: Conexoes que Salvam (en portugués) y la Escuela de Seguridad Digital (en español) abordan el problema. Paz Peña de Chile también presentó sobre Acoso Online, una guía para denunciar y combatir la difusión sin consentimiento de imágenes íntimas a la que Hiperderecho también contribuyó.
Si bien consideramos que Facebook aún no ofrece soluciones al problema de ataques coordinados a los canales de expresión de sus usuarixs, sobretodo los de activistas, esta reunión fue útil para crear nuevos canales de comunicación entre la empresa y la sociedad civil de Latinoamérica.
Violencia de género en línea en Perú
Nuestra participación en estos encuentros nos dio una visión más holística sobre cómo los planes de ciberseguridad y/o seguridad digital necesitan urgentemente un enfoque feminista e interseccional que reconozca las relaciones de poder que se generan en espacios digitales y cómo éstas decantan en más vulnerabilidad para ciertos grupos.
Por medio de nuestra investigación, Hiperderecho ya está encontrando que entre los grupos más afectados por la violencia en línea se encuentran colectivas que defienden los derechos de las mujeres, la comunidad LGBTIQ+, y los de mujeres indígenas andinas y amazónicas, quienes además de llevar a cabo su activismo, están autogestionando su seguridad digital por medio de excelentes y valientes formas de defensa y protección.
Para conocer mejor este problema en el Perú, estamos lanzando la encuesta violencia de género en línea. Por favor ayúdanos a llenarla y compártela con tus contactos
Si tuvieras alguna duda o quisieras conversar sobre la investigación, contáctate con denisse@hiperderecho.org
Este mes les presentamos la guía para sexting seguro, un proyecto desarrollado por la Liga Juvenil de Defensa de la Internet de Hiperderecho. Esta guía gratuita buscar brindar consejos sobre cómo enviar y recibir mensajes con material íntimo sin vulnerar la privacidad y seguridad de ninguno de los participantes.
El problema: Combatiendo el ciberacoso
El proyecto nace como una iniciativa de La Liga Juvenil para identificar cómo la tecnología puede ayudar a mejorar la vida de un estudiante promedio. Nuestra idea fue reunir a un grupo diverso de estudiantes universitarios para entender cómo se relacionan con la tecnología y cómo ésta facilita o dificulta su vida diaria. En este contexto, una de las principales barreras para el libre uso de la tecnología por estudiantes es el ciberacoso.
Participa en la Editatona Global por el Día Internacional de las Niñas en las TIC
Este mes el Grupo Especial Interés de Mujeres de Internet Society está organizando la “Primera Editatona Global: ‘Niñas en TICs” (Global Editathon: Girls in ICT) con motivo del Día Internacional de las Niñas en las TIC que se llevará a cabo el 28 de abril. Voluntarias alrededor del mundo se reunirán en nodos organizados en México, Argentina, Zimbabwe, Tanzania, Kenya, Panamá, Namibia, Cabo Verde y Perú para editar las biografías de mujeres fundadoras, pioneras, empresarias, desarrolladoras y líderes en tecnología de cada región.
¿Qué es una editatona?
Una editatona es una reunión que se realiza para editar, crear y mejorar artículos de Wikipedia con fuentes fiables y verificables sobre un tema determinado. Esta iniciativa nace como una respuesta a la gran brecha de género que existe en el contenido de Wikipedia. Entre el 84 y el 91 por ciento de los editores de la comunidad son varones. El reducido número de editoras afecta la calidad y cantidad de artículos sobre mujeres en un proyecto que aspira a compilar la mayor cantidad de conocimiento posible.
El resultado es que Wikipedia tiene grandes brechas de información sobre mujeres que han contribuido al desarrollo de la tecnología, el arte y la ciencia. Por esa razón la editatona de este año busca visibilizar el rol de la mujer en el desarrollo de la tecnología. Durante la editatona, crearemos contenido escrito por mujeres y sobre mujeres en tecnología, también con el objetivo de que las niñas que usan internet se inspiren en ellas para seguir carreras en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).
La Editatona Global en Perú
La editatona de Perú se llevará a cabo el sábado 28 de abril de 9 a.m. a 1pm, en Av. Alberto del Campo 435 piso 13 (San Isidro, Lima).
Está siendo organizado por Internet Society Perú, Derechos Digitales, Youth Observatory e Hiperderecho. El ingreso es totalmente libre. Para participar debes seguir los siguientes pasos:
Antes del 28 de Abril debes crearte una cuenta en Wikipedia y buscar información sobre la mujer, o mujeres, de la que quieres escribir en Wikipedia.
Si vas a participar de manera presencial en la editatona en Perú regístrate llenando este formulario de inscripción. Recuerda llevar tu laptop, tablet o equipo de computo.
Este artículo es parte de una serie que busca compartir con el público los avances de los proyectos de Investigación de Hiperderecho. En este primer post, describimos los objetivos y metodología del proyecto de violencia de línea y por qué es esencial estudiar esta problemática desde un enfoque de género.
En Hiperderecho defendemos el derecho de todxs a usar la tecnología de manera libre y segura, independientemente de su identidad de género, raza, clase, orientación sexual y habilidades. Por eso en Abril, estamos lanzando un nuevo proyecto de investigación que busca darle la cara a una de las principales barreras al acceso equitativo a Internet – la violencia de género en línea,
Como les hemos contado, la violencia en línea es una de las modalidades de violencia más cotidianas a nivel global. Una reciente investigación por Amnistía internacional identificó más de cinco tipos de violencia en línea, entre ellas el acoso virtual, la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento, el robo de identidad, el ataque coordinado a perfiles, y otros ataques que buscan silenciar y agredir a mujeres alrededor del mundo.
También sabemos que a pesar del alto índice de violencia, no lo estamos reportando.Según el mismo estudio, el 60% de casos no son investigados por las autoridades. En India se encontró que 36% de las mujeres encuestadas decidieron no reportar el acoso y en Paquistán, que el 70% de las mujeres sienten miedo al subir contenido a perfiles personales y prefieren evitar la violencia limitando su actividad en línea.
En el caso de Perú, a pesar de un primer esfuerzo del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables por abordar el acoso virtual, aún no conocemos la magnitud del problema ni sus características. El proyecto que estamos empezando en Hiperderecho buscará justamente entender las distintas modalidades violencia en línea, quiénes son las más afectadas y de qué manera está ahondando formas de discriminación y violencia que ya son predominantes en el país.
La violencia en línea desde un enfoque de género
Con este proyecto queremos mandar un mensaje claro: que la violencia en línea sigue siendo violencia, y que las experiencias que tenemos en línea no son sino el reflejo de las brechas sociales e injusticias que ya existen fuera. Aunque la mediación de la violencia por la tecnología nos sugiere que es algo externo a nuestros cuerpos, debemos superar este prejuicio y desafiar nociones que separan al cuerpo de la tecnología y a lo real de lo virtual. La violencia en línea es un mal que tiene consecuencias tanto simbólicas, como materiales, atentando no solo con nuestra salud mental, sino en muchos casos, volviéndonos más vulnerables a la violencia física y sexual.
Por esta razón, es esencial estudiar a la violencia en línea desde un enfoque de género, que comprende este problema como un fenómeno social situado en el continuo de violencia sistémica que afecta de manera desproporcionada a la mujer peruana. Nos permite enfrentar el problema en su verdadera dimensión, identificando cómo las agresiones en línea no son actos aislados, sino hechos que están en constante interacción con los mecanismos de opresión y exclusión social que ya afectan a la sociedad peruana, como la discriminación basada en orientación sexual, raza, clase socioeconómica y otras identidades sociales presentes en la diversa sociedad peruana.
Hacia la resistencia feminista en Internet
Este marco también nos permite enfocarnos en la experiencia de violencia desde el punto de vista de quien la sufre, en vez de investigar el problema sólo desde el acto. Nos preguntamos: ¿qué siente una persona que sufre agresiones en línea? ¿La reconoce como violencia o considera ese comportamiento normal o inevitable en entornos digitales? ¿Afecta su autoestima y su sentido de pertenencia en Internet? ¿Cómo es su vida después de la violencia en línea – sigue ejerciendo su derecho a participar en línea o renuncia a ello por el miedo que le genera? Son estas historias las que pondrán en evidencia la gran carga que sobrellevan las sobrevivientes de violencia cuando usan Internet, y cómo espacios digitales se convierten en nuevas arenas de desgaste, tensión y activismo.
Entender en detalle las experiencias de violencia en línea y ubicarla en la realidad peruana es además el punto de partida para reimaginar nuestra relación con la tecnología. Esto nos permite participar de movimientos globales como el tecnofeminismo y la lucha por una Internet feminista que reconocen que nuestras vivencias en línea son tan válidas y reales como las que vivimos fuera, y reflexionar desde nuestra localidad sobre ¿qué tipo de Internet queremos?, ¿y qué debemos hacer desde nuestras comunidades para que sea realidad?
Con los hallazgos de esta investigación buscamos levantar un frente de resistencia feminista y autodefensa digital desde el que brindaremos estrategias de autocuidado y sistemas de soporte para facilitar la protección en contra de la violencia en línea, así como su denuncia. Esperamos que conjuntamente con quienes participen en este proyecto, podamos crear un espacio que donde todas las mujeres y minorías identitarias puedan estar cada vez más informadxs y preparadxs, para así disfrutar de una vida sin violencia, tanto en los espacios físicos como en los virtuales.